La imagen ha dado la vuelta al mundo. Desde el lunes que no se habla de otra cosa. Una de las imágenes más vergonzosas, indignantes y lamentables protagonizadas por los Borbones, y ya van unas cuantas. El meresbalaismo del rey Juan Carlos en el funeral de la reina Isabel II, partiéndose la caja, meándose de risa, de hecho, descojonándose en público, en un entorno donde era del todo inapropiado estar riendo como si estuviera zampándose unos vinitos y unos percebes con sus amigotes de Sanxenxo, en un lugar y un momento donde lo que tocaba era estar respetuoso, discreto, tranquilo, serio y manteniendo la compostura y el pésame. Y más, si decenas de cámaras estaban retransmitiendo el acto. Y más si te presentas al funeral desde Abu Dhabi, donde huiste con el rabo entre las piernas por todos los escándalos económicos y de faldas que arrastras. Y más si el protocolo británico te pone sentado con los reyes de España, tu hijo y tu nuera que te odia, justo a tu lado, dedicándote una mirada matadora.

Han pasado ya veinticuatro horas de este comportamiento miserable y penoso del emérito, y todavía se sigue hablando mucho de qué fue lo que provocó un gesto tan fuera de lugar en el padre de Felipe. Una imagen que pasará a la historia grotesca de los Borbones, especialmente de un tiempo a esta parte, y que ahora un medio ha encontrado respuesta. Repasemos los hechos: Juan Carlos, haciéndose confidencias cómplices con su (todavía) mujer, la reina Sofía, a quien ha puesto los cuernos con medio país y parte del extranjero, que se detestan y no conviven juntos hace siglos, ni ahora que están separados ni antes cuando vivían bajo el mismo techo de Zarzuela. Otro paripé. Los eméritos se comentan alguna cosa al oído que les hace empezar a reír de mala manera mientras Letizia se gira hacia ellos alucinando.

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Juan Carlos, meándose de risa al lado de Sofía y Letizia, fulminándole con la mirada

Si ya era lo bastante tenso el momento, con Juan Carlos y Letizia cheek to cheek, imaginen con la risita de Juancar rompiendo la solemnidad del momento y con la reina Isabel II de cuerpo presente. Sin embargo, ¿qué hizo que Juan Carlos no pudiera controlar la risa? Es casi imposible averiguar las palabras exactas. Demasiado lejos de las cámaras como hacer una tarea estilo C.S.I, pero según el portal Jaleos, "el contexto y los gestos naturales de los protagonistas dan una respuesta clara a la cuestión". Una experta en comunicación no verbal consultada por el citado medio ha analizado el vídeo del derecho y del revés. ¿Y qué ha sacado en claro Sonia El Hakim, directora del Máster en Comunicación No Verbal y Habilidades Directivas de la Universidad Europea Miguel de Cervantes?: "Lo único que queda claro de esta escena es que durante el transcurso de la misa funeral los asistentes deben levantarse y sentarse, y el rey Juan Carlos, que tiene problemas de movilidad, cuando el deán de la iglesia pide que se sienten, se puede ver cómo la reina Sofía se gira hacia su marido porque está pendiente de que no se caiga y que no protagonice en plena ceremonia ningún suceso inesperado... Que no se caiga, vamos".

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Juan Carlos, en el funeral por Isabel II / GTRES
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Juan Carlos, en el funeral por Isabel II / GTRES

En definitiva, que Juan Carlos no se pegara un sopapo allí en medio. En las imágenes se puede ver como el emérito se sienta, como el resto de asistentes, y como su mujer lo hace "unas milésimas de segundo después tras comprobar que su marido se ha sentado sin contratiempos. Es cuando ella se sienta y se acerca a hablarle, él le responde brevemente y ambos ríen. Hubiera sido un gran problema para todos los miembros que el rey emérito se hubiera caído en mitad del funeral. Es en realidad de lo que todos estaban pendientes, pues todos ellos saben perfectamente que tiene un problema importante para moverse y no querrían, seguro, tener contratiempos"... Podría ser bien bien lo que dice la experta, que reían por un comentario sobre cómo de grotesco y ridículo hubiera sido que Juan Carlos se hubiera pegado una nata. Pero no cayeron (o sí, y les trajo al pairo) que era más inapropiado reír a mandíbula batiente que no que hubiera caído. Lo que no le compramos, por cierto, a la experta, es cuando justifica que la cara de odio de Letizia no era tal, sino de... "preocupación. Según la experta podría no ser una mueca de desaprobación hacia ellos, sino con cierta preocupación también por la movilidad de Juan Carlos. A lo mejor, al girarse la reina Sofía también se gira Letizia para ver si está todo bien, o si hay algún problema"... ¿Letizia preocupada por su suegro? Eso sí que hace reír.