A raíz de la última aparición pública de la princesa Leonor con motivo de los Premios Princesa de Asturias 2025, un tema recurrente se ha vuelto a poner sobre la mesa en medios y tertulias. Concretamente, la forma de vestir de la heredera. Y también en la Academia General del Aire de San Javier, donde los compañeros de la princesa comentan en voz baja un detalle que no pasa desapercibido. La heredera al trono, siempre discreta, evita hablar de su madre cuando se tocan temas de moda o de apariciones públicas. Según quienes conviven con ella, Leonor pasa vergüenza por cómo la viste la reina Letizia.
La princesa, que se encuentra en el tercer curso de su formación militar, intenta mantener una imagen sencilla. Le gusta la naturalidad, la comodidad y la coherencia con su entorno castrense. Sin embargo, en cada acto oficial reaparece la tensión entre la juventud que representa y la imagen institucional que su madre intenta proyectar.

La princesa Leonor no se siente cómoda con los modelitos que elige su madre
Compañeros de promoción aseguran que Leonor ha comentado en privado su incomodidad con algunos de los conjuntos elegidos por Letizia y su estilista de confianza, Eva Fernández. Las prendas que para la reina son sinónimo de elegancia y seriedad, para su hija resultan rígidas, frías y distantes. En su entorno más directo reconocen que Leonor busca diferenciarse. No quiere ser una versión joven de su madre, sino una mujer con estilo propio, más espontáneo y acorde con su edad. Porque como afirman cronistas especializados, "viste como una señora de 60 años".
En San Javier, Leonor viste igual que sus compañeros. Uniforme impecable, moño alto, actitud firme. Allí no hay espacio para la moda ni para las cámaras. Pero cada vez que se acerca un acto público, las conversaciones cambian de tono. “Otra vez te toca vestirte como tu madre”, le bromean algunos colegas. Ella sonríe, pero muchos perciben que no le resulta gracioso.
Reinas de distintas épocas
Las apariciones oficiales de la princesa se han convertido en un campo de ensayo entre dos visiones opuestas: la modernidad controlada de Letizia y la autenticidad juvenil que Leonor desea mostrar. La reina confía plenamente en Eva Fernández, autora de su sello visual, una estética sobria y diplomática que combina autoridad y contención. Leonor, en cambio, busca movimiento, color y ligereza.

Fuentes cercanas a Zarzuela afirman que la princesa intenta participar en las decisiones sobre su vestuario, pero las últimas palabras siempre las tiene su madre. Letizia considera que la imagen de su hija es un asunto de Estado, una extensión simbólica de la Corona. Para Leonor, en cambio, es un espacio donde quiere sentirse libre, no observada como una figura pública sin voz.
La vergüenza de la que hablan sus compañeros no nace del rechazo a su madre, sino de la frustración de no poder expresar su identidad personal. La princesa, admirada por su disciplina y su sentido del deber, intenta cumplir con lo que se espera de ella. Pero en los pequeños gestos, en una mirada o en un comentario entre amigas, deja claro que desea algo más simple: ser ella misma.