Aunque no suelen aparecer en la agenda pública, los contactos del rey Felipe VI con los expresidentes del Gobierno forman parte de una práctica habitual en el ejercicio de su función institucional. Estos encuentros, reservados y alejados del foco mediático, responden al papel constitucional que desempeña el jefe del Estado como figura de referencia y moderación, especialmente en momentos de especial tensión o incertidumbre política.
Desde el inicio de su reinado, Felipe VI ha mantenido una línea de actuación basada en la discreción, el respeto a los poderes del Estado y el análisis constante de la situación política. En este marco, los contactos con quienes han ostentado la presidencia del Gobierno —independientemente de su adscripción política— permiten al monarca conocer distintas visiones sobre el contexto nacional, más allá del relato oficial del Ejecutivo. Estos intercambios se consideran una herramienta legítima para cumplir con su función de arbitraje y representación del Estado.
El rey y sus encuentros con expresidentes
Lo destacable en este caso es que estas conversaciones o reuniones no forman parte de los actos anunciados en la agenda institucional diaria, lo que no significa que no existan o que carezcan de trascendencia. Muy al contrario: la práctica de mantener este tipo de contactos, en muchas ocasiones de forma bilateral y discreta, está consolidada en la tradición parlamentaria española. Expresidentes como José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy o el propio Felipe González han mantenido en el pasado intercambios con la Jefatura del Estado en contextos similares, tanto en Zarzuela como en actos organizados por instituciones comunes.

No es ningún secreto que el rey desempeña una labor de interlocución activa en determinados momentos clave, especialmente cuando el escenario político muestra síntomas de bloqueo, fragmentación o polarización. En este sentido, la consulta informal con figuras de experiencia política se interpreta como un ejercicio de responsabilidad, orientado a reforzar la estabilidad institucional.
Por otro lado, la Casa Real mantiene una política de neutralidad activa que le impide intervenir directamente en el debate partidista. Precisamente por ello, el acceso a puntos de vista diversos resulta valioso, siempre desde una perspectiva consultiva y no ejecutiva. Estas reuniones, aunque no se comuniquen oficialmente, forman parte de una práctica normalizada y reconocida dentro del marco constitucional.
En definitiva, los contactos del rey con expresidentes del Gobierno, aunque fuera del protocolo público, se inscriben en una tradición institucional que persiste como herramienta de escucha, análisis y seguimiento del curso político del país.