La reina Letizia fue una de las figuras más visibles en la clausura del Atlàntida Mallorca Film Fest. Llegó puntual. A las 20:55 horas ya estaba en La Misericòrdia, centro cultural de Palma. El acto prometía. Cine, cultura y música. Todo ello acompañado de manjares de la tierra para ir picando. Pero algo falló. Y no fue el programa.

Letizia apareció sin sus hijas. Esta vez, sola. Ni Leonor ni Sofía la acompañaron, a pesar de que días antes habían acudido juntas al Cine Rívoli. Esta vez, la reina optó por un perfil institucional. Formal. Protocolario.

Letizia en el Atlàntida Mallorca Film Fest 2025

La reina Letizia centró toda la atención en el Atlàntida Mallorca Film Fest

Estuvo rodeada de autoridades: Marga Prohens, presidenta del Govern; Rosario Sánchez, secretaria de Estado de Turismo; Alfonso Rodríguez, delegado del Gobierno; Llorenç Galmés, presidente del Consell de Mallorca; y el alcalde Jaime Martínez. También saludó a algunas figuras del cine. Alberto Iglesias, Jaume Ripoll, y Gustavo Dudamel. Incluso posó con los adolescentes del taller Generación AMFF.

Hasta ahí, todo correcto. Las cámaras lo registraron todo. Letizia, sonriente, atenta, muy reina. Pero bastó con que se apagaran los flashes para que el ambiente cambiara.

Fuera de cámara, desde el principio la reina mostró un rostro diferente. Distante y fría, según algunos testigos. Miraba el reloj constantemente. Como si contara los minutos. Como si no quisiera estar allí. Lo dejó claro sin decir nada.

Reina Letizia en el Atlàntida Mallorca Film Fest 2025

Se notó que la reina Letizia no tenía ganas de estar

La consorte no estaba cómoda. En cuanto no había prensa delante, se transformaba. Su actitud llamó la atención. Y no precisamente para bien. Hubo quienes la tacharon de altiva, de tener “aires de diva”.

Durante la ceremonia, saludó brevemente a los protagonistas de la noche. Fue correcto, pero frío. Nada que ver con la imagen cercana que suele proyectar en otras ocasiones.

El Atlántida Film Fest cerraba su 15ª edición con cifras récord: más de 45.000 asistentes entre proyecciones, conferencias y conciertos. La presencia de la reina era un broche simbólico. Pero la frialdad de Letizia dejó una sensación extraña.

No era su ambiente. Se notó desde el principio. A diferencia de otras apariciones públicas donde se la ve más relajada, aquí parecía cumplir con una obligación. Y eso, para muchos, empañó el acto.

La noche era para celebrar el cine, pero lo que se comentó tras bambalinas fue otra cosa: el comportamiento de Letizia. Demasiado tensa. Demasiado distante. Incluso desagradable. Aparentemente, el desinterés fue notorio. No hubo conversaciones largas. No hubo gestos espontáneos. Solo cumplió con lo justo. Saludos, fotos, y retirada rápida.