Este viernes 13 de junio, la infanta Cristina celebró su 60 cumpleaños en el Palacio de la Zarzuela, en una fiesta que no fue todo lo bien que se esperaba. Lo que debía ser una celebración íntima y emotiva acabó convirtiéndose en una batalla campal verbal que ha dejado al descubierto las fracturas internas de la familia real española.

A la cena acudieron personas muy cercanas a Cristina: su madre, la reina Sofía, su hermana, la infanta Elena, su sobrina Victoria Federica, y su tía, Irene de Grecia. También asistieron sus hijos: Pablo Urdangarin, acompañado por su novia Johanna Zott, y Miguel Urdangarin, que lleva un tiempo residiendo temporalmente en Zarzuela junto a su abuela. Desde Grecia llegó Alexia, prima y amiga inseparable de la homenajeada.

La infanta Cristina en una inauguració / Europa Press
La infanta Cristina en una inauguració / Europa Press

La llegada de Felipe VI lo cambia todo

Más tarde apareció el rey Felipe VI, que quiso compartir parte de la velada con su hermana. Se conoce que le llevó un regalo muy especial. Y aunque su presencia fue breve, bastó para desencadenar el conflicto de la noche. La chispa del enfrentamiento fue la ausencia del rey emérito Juan Carlos I, algo que la infanta Cristina vivió como un desafío hacia su persona.

La protagonista del evento había expresado su deseo de contar con la presencia de su padre en este cumpleaños tan simbólico, sobre todo considerando el deteriorado estado de salud del ex monarca, que con 87 años enfrenta limitaciones físicas severas. Para Cristina, esta podría haber sido una de las últimas ocasiones de reunir a toda la familia con su padre presente.

Felipe VI
Felipe VI

Tensión en aumento entre la infanta Cristina y Felipe VI

Sin embargo, Felipe VI vetó su asistencia. Alegó que la figura de Juan Carlos sigue siendo un tema delicado y que su aparición en Zarzuela habría sido una amenaza para la imagen pública de la Corona.

Lo que comenzó como una conversación tensa entre hermanos se transformó en una discusión acalorada. Cristina le recriminó su frialdad y su falta de sensibilidad con el padre que, pese a sus errores, forma parte esencial de sus vidas. Felipe, por su parte, defendió su postura institucional, defendiendo sus argumentos. El tono fue subiendo hasta convertir la cena en un enfrentamiento familiar sin precedentes.

Los presentes intentaron suavizar la situación, pero el daño ya estaba hecho. La fiesta terminó sin brindis colectivo ni palabras emotivas. Por suerte, la presencia de Felipe en la fiesta solo fue temporal.