Hace años que la infanta Cristina dejó de aparecer en la agenda oficial de la Casa Real. Fue una decisión clara. Todo lo ocurrido con Iñaki Urdangarin y el caso Nóos dañó gravemente a la institución. En Zarzuela se optó por apartarla. La medida fue drástica. Cristina se marchó a Ginebra. Quería alejarse de los focos. Evitar polémicas. Proteger a sus hijos.
El tiempo ha pasado. Iñaki cumplió condena en prisión y muchos creen que el escándalo quedó atrás. Pero en la monarquía, las heridas no siempre cicatrizan. La estrategia sigue siendo la misma: perfil bajo. Y eso incluye a toda la familia.
Los Urdangarin no son bienvenidos en el Club Náutico de Mallorca
Un ejemplo evidente es lo que ocurre en el club náutico de Palma de Mallorca. Un lugar simbólico para los Borbón. Durante décadas, allí se vivieron veranos familiares. Regatas, fiestas, amigos. El rey emérito y sus hijos crecieron disfrutando de ese entorno.

Pero ahora la situación es muy distinta. Los cuatro hijos de la infanta Cristina y Urdangarin no son bienvenidos. El acceso está vetado. No es oficial, pero es real. La exclusión no es casual. En Mallorca, la agenda real ha cambiado. Las grandes reuniones familiares han desaparecido. Cuando Felipe VI, Letizia y sus hijas llegan al Palacio de Marivent, el círculo es cerrado. Solo están la reina Sofía y, hasta el año pasado, Irene de Grecia. El resto de la familia queda fuera. La presencia de otros miembros podría romper la imagen de unidad controlada que quiere transmitir la Corona. Y eso incluye a los hijos de Cristina.
Movimientos limitados mientras Felipe y Letizia están en Palma
El club náutico, tradicionalmente vinculado a la realeza, sigue esa misma línea. La relación es directa: si el rey no quiere determinadas presencias cerca, tampoco las tendrán en los espacios que él frecuenta. Esto supone un cambio radical. Antes, los miembros de la familia Borbón eran habituales. Ahora, su ausencia es total. No comparten actividades con otros jóvenes de familias influyentes.

La decisión envía un mensaje claro: el distanciamiento es definitivo. No importa que sean nietos de la reina Sofía. No importa que hayan crecido en ese ambiente. El veto es firme mientras los monarcas están allí. El objetivo es evitar cualquier vínculo público entre la familia del rey y los Urdangarin. Especialmente en un lugar tan visible como el club náutico.
Los hijos de la infanta Cristina lo asumen. Sí viajan a Mallorca, pero optan por planes privados, discretos mientras los reyes estén en la isla. En Palma, la imagen real es controlada al milímetro. Y, por ahora, no hay espacio para reconciliaciones. El club náutico ya no es su casa. Y todo indica que no volverá a serlo mientras Felipe VI sea rey y mantenga su política de exclusión.