El divorcio entre la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin se firmó a comienzos de 2024. Pero la ruptura real fue mucho antes. En 2022 todo se vino abajo. Las fotografías de Iñaki con Ainhoa Armentia en la playa lo cambiaron todo. No solo en su matrimonio. También en la familia Urdangarin.
Desde ese momento, Claire Liebaert tomó partido. Y no fue por su hijo. La madre de Iñaki dejó claro dónde estaba su lealtad: con Cristina. Ainhoa no fue bienvenida. Ni como pareja ni como persona. Para Claire, su única nuera seguía siendo la infanta.

Claire Liebaert actuaba como si su hijo y Cristina no se hubieran divorciado
Durante los primeros meses, la madre de Iñaki actuó como si nada hubiera cambiado. Seguía quedando con Cristina. Llamadas, comidas, planes. Incluso organizó el verano en Bidart como cada año. Allí, con sus nietos y su exnuera. Sin Iñaki. Y mucho menos Ainhoa.
La relación entre Claire y Cristina siempre había sido especial. Había respeto. Había cariño. Cuando el matrimonio se rompió, Claire intentó evitarlo. Llegó a pedir a su hijo que lo pensara bien. Que no lo destruyera todo por lo que ella veía como un capricho pasajero.
Estas posturas firmes crearon tensión. Dentro del entorno de Iñaki, la situación era incómoda. Claire no escondía su rechazo a la nueva pareja de su hijo. No discutía con ella directamente, pero su ausencia en los encuentros familiares era evidente.
Con el tiempo, las cosas cambiaron. Claire y Ainhoa no son amigas. Ni cercanas. Pero han pactado una tregua silenciosa. Se respetan. Claire aceptó que Ainhoa no va a desaparecer. Esa aceptación ha tenido un precio. Este verano no habrá imagen de Bidart con la infanta Cristina. No habrá paseos junto al mar, ni fotos familiares con su exsuegra.

La infanta Cristina pone distancia
Iñaki pidió a su madre que dejara de alimentar esa imagen pública. Que no siguiera provocando titulares. Que respetara su nueva vida. Y Claire ha accedido. La distancia con Cristina ahora es evidente. Ya no hay la misma complicidad. Ya no hay llamadas constantes. Los planes compartidos han desaparecido. La relación sigue siendo cordial. Se saludan. Hablan en ocasiones. Pero la cercanía se ha roto.
La infanta Cristina ha entendido el mensaje. Este año no habrá estancia en la casa familiar de Bidart. Claire ha cancelado la tradición. Es un cambio profundo. Durante años, Bidart fue un refugio para Cristina y sus hijos. Un lugar donde podía escapar de la presión mediática. Ahora, ese escenario queda en el pasado. Este verano, cada una seguirá su camino. Cristina no estará en la costa francesa. Claire pasará esos días con su hijo y con Ainhoa. Ni un solo día juntas. Ni un instante de vacaciones compartidas. La imagen de familia unida se ha roto. Y, todo indica, que no volverá.