Mariano Rajoy se va a dormir cada noche rodeado de un ángel y un demonio que se pelean para que actúe en direcciones opuestas antes del 1 de octubre. Uno es Pedro Sánchez, quien lo desvela con la voluntad de emprender la reforma federal de la Constitución en septiembre y hacer "pedagogía" con el soberanismo. El otro es Albert Rivera, quien lo sacude para que se endurezca y evite a toda costa una votación el 1-O, además de someter a votación del Congreso la negativa al referéndum. Pero en la Moncloa sólo sueñan con el 2 de octubre mientras Rajoy aprovecha para dormir al amparo de los tribunales.

"Se habla mucho del 1 de octubre, pero la inmensa mayoría de los que están en el debate público están pensando en el 2 de octubre, y espero que sea el día de la desaceleración y del sosiego", dijo la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría hace unas semanas en una visita a Barcelona. Constatado que el president Carles Puigdemont no renunciará al referéndum —y bajo la hipótesis de que no tendrá éxito— el ejecutivo contempla esta fecha para reformular el encaje con Catalunya dentro de la Constitución, mientras se fían que el Tribunal Constitucional, la Fiscalía o el Tribunal de Cuentas impiden el avance de la Generalitat y las urnas. 

Eso amenaza con hacer fracasar la estrategia de Sánchez en el corto plazo, quien busca apoderarse de la "iniciativa política" con el soberanismo. El secretario general explicó el viernes en la capital catalana que quiere abrir una subcomisión de estudio de reforma de la carta magna. También presentó la Declaración de Barcelona con el PSC, que incluye las 46 demandas planteadas por el Govern de la Generalitat; el desarrollo del Estatuto de Autonomía de Catalunya; abordar la financiación o las infraestructuras, acciones que Rajoy ha agotado ya sin resultados.

Pero la tentativa del socialista amenaza con caer en saco roto porque no cuenta con los aliados necesarios. Fuentes de Ferraz dicen que Ciudadanos se resiste a abrir la subcomisión en el Congreso. Lo ratificó Rivera esta semana en público, defendiendo que de momento no hay acuerdo sobre el punto de llegada: Cs rechaza la plurinacionalidad de PSOE y Podemos y sólo aboga por delimitar competencias de las autonomías. Rajoy no quiere abrir de momento la Constitución y podría vetar cualquier proyecto de los otros tres ya que el Partido Popular tiene mayoría en el Senado.

El presidente también huye de hacer caso a Rivera, quien le pide más dureza con Catalunya. "No me gustaría ver a la vicepresidenta Santamaría contando votos informalmente la noche en cuestión, ni a Junqueras", decía. El líder de Cs recuerda que hay "muchos mecanismos" jurídicos, pero mantiene la ambigüedad sobre el artículo 155 —al par que el PSOE se desmarca—, en caso de fracaso. Si bien, reconoce que Rajoy no le ha revelado sus planes ante el 1-O. Por ello, Rivera le pide que "abra un debate en el Congreso" para consensuar acciones y "retratar" a PNV y Podemos.

Rajoy no quiere, sin embargo, una victoria arrolladora de su Gobierno ni un escarnio moral a propósito. "Ya se hizo durante la proposición presentada por Jordi Xuclà hace unas semanas. Se vio que hay un 71% de diputados en contra" del referéndum, decía el portavoz Íñigo Méndez de Vigo tras el Consejo de Ministros. Hacía referencia a la proposición tumbada al PDeCAT, donde instaba a la Moncloa a "respetar" la convocatoria, permitir que Puigdemont se explicara en el Congreso sin votación posterior, y garantizar un diálogo después del 1-O, con el resultado de las urnas en mano.

Si bien, la única carta que jugará el ejecutivo es la del inmovilismo, avistando la esperanza de que la reformulación del Govern no fortalezca el proceso. Ante la crisis en Palau, Santamaría afirmaba que "se despeñarían" solos; De Vigo añadía que con los relevos sólo se había "agravado" la situación interna. Y fuentes de la Moncloa usan una metáfora que resume su posición previa al 2-O: "Es como cuando tienes un amigo que se adentra en el desierto con una cantimplora, sólo puedes avisarlo", dicen las fuentes. Es decir, a la espera de que los tribunales o los cuerpos de seguridad hagan la tarea del Gobierno.