El día, esta cosa de recogimiento y melancolía cósmica que tiene la Navidad, no invita a según qué astracanadas verbales, pero si la víspera has visto/leído cómo celebra cierta prensa "El retorno del referéndum pactado", la prensa autobautizada como "comprometida", lo que te viene en la cabeza, enseguida, antes de que el cava (con perdón) haga su efecto, es una de aquellas películas de miedo en blanco y negro que ponían en la tele ídem de cuando éramos pequeños: El retorno de la momia. Bien. Las sensaciones, o como se dice ahora, la experiencia, son o es similar a la que proporciona otra prensa, la de la caverna española destapando el cava ante los resultados de la cumbre del Pacto Nacional por el Referéndum: "Puigdemont asume la vía Colau para un referéndum pactado". ¿Pactado? ¿Pactado con quién, Paco?

Los "comprometidos" son los mismos que falsean sus propias encuestas al grito de "división, división!", o bien, "mueran los números", que viene a ser lo mismo: un 84,6% está a favor de un referéndum (el 49,6% lo quiera o no lo quiera el Estado y el 35,0% solo si lo quiere el Estado) y solo un 13,8% no lo quieren "en ningún caso", pero el título dice que "El referéndum unilateral divide..." y aquí paz y después gloria que ya vendrá la cumbre con Colau. Ahora lo llaman "posverdad" pero la cosa es más vieja que el ir andando y, como casi todo lo que nos ha tocado vivir a la gente del siglo XX y el pos siglo XX, fue Nietzsche quien, con su martillo de filosofar, estableció que no hay hechos sino interpretaciones (ergo, y portadas) y que detrás de "la verdad" suele haber no mucho más que falsedad vestida de moral (del rebaño). Que la moral, por mucho que se vista de verdad, o precisamente por eso, en moral se queda.

Madrid impone la "solución" del 13,8% de catalanes que no quiere ni el "referéndum o referéndum" de Puigdemont-Junqueras ni el "referéndum pactado" de Colau

Esta prensa "comprometida" es la misma que calificó de "sucedáneo" de referéndum la consulta participativa del 9-N del 2014, como también hizo el Gobierno de Mariano Rajoy. El mismo sucedáneo en el que participamos 2,4 millones de personas y por el que se tendrán que sentar al banquillo de los acusados Mas, Ortega, Rigau y Homs, en febrero del próximo año. En el clímax del cinismo, el aparato politicojudicial español no castiga el 9-N porque se llevara a cabo sino porque Mas desobedeció al Tribunal Constitucional. Y lo hace después de que los partidos, soberanistas y no tanto, desde la CUP hasta Unió pasando por ICV, una amplísima mayoría del Parlament, plantearan al Congreso de los Diputados este referéndum pactado que estas Navidades vuelve como la momia para convencer a la alcaldesa Colau y la comunada que estaría bien que siguieran donde hay que estar (democráticamente hablando) cuando Madrid vuelva a decir que no. O sea, cuando Madrid vuelva a cerrar la puerta porque así lo quiere el 13,8% de los catalanes encuestados por la prensa "comprometida". He ahí como aplica el Gobierno del PP "el derecho a decidir de todos los españoles" que siempre invocan Rajoy y Soraya. Mientras el soberanismo discute si el 50 más 1 o el 55%, Madrid, en un nuevo ejercicio de interpretación ad hoc de la democracia, impone la "solución" del 13,8%. Del 13,8% que no quiere ni el "referéndum o referéndum" de Puigdemont-Junqueras ni el "referéndum pactado" de Colau al que ahora se apuntan algunos diarios del "diálogo, diálogo". La verdad, durante la época del autonomismo todos disimulaban bastante mejor.

Son dos los problemas capitales del "referéndum pactado": que Mariano el registrador nunca aceptará "dividir" la finca y que un referéndum pactado no llegará a ser ni siquiera un 9-N

Son dos los problemas capitales del denominado "referéndum pactado": el primero, que como sabe todo el mundo y es profecía, Mariano el registrador nunca aceptará "dividir" la finca; el segundo, que un referéndum pactado con el Estado español no llegará a ser ni siquiera un 9-N: será un referéndum colauista, o podemita, o "comprometido", pero nunca soberanista. Por definición, nunca te podrán llevar a los tribunales por hacer un "referéndum pactado" con la Espanya de Rajoy y de Soraya.

Y, en fin, que la prensa de la caverna, hola de nuevo, Paco, aplaude que Puigdemont "asuma" la vía Colau, la recta vía hacia el bloqueo infinito de la cuestión y, al final, la nada. Eso sí, hay tantas posverdades como portadas y, al final, algún deseo u otro deja de serlo para convertirse en realidad. Esperemos (no perdamos la esperanza) que sea para bien (de todos).

Feliz Navidad, felices fiestas, feliz solsticio, feliz año 17 (o sí).