Francisco Paesa, famoso espía de la España de los años 90 y que anteriormente había estado con los GAL y en la venta de armas a ETA, ha resucitado por segunda vez.

La primera muerte fue en la época en la que traicionó a Luís Roldán. El exdirector general de la Guardia Civil había aprovechado su cargo para cobrar 1.600 millones de pesetas en comisiones ilegales. Cuando la prensa empezó a explicar sus aventuras y fue cesado, confió en su amigo Paesa para salvar este dinero y algunas propiedades. I Paesa creó una trama de testaferros para salvar un apartamento en París y una casa en las Antillas. Para despistar el dinero, organizó una sucesión de movimientos por cuentas de bancos de todo el mundo y a una gran velocidad. De Madrid a Singapur pasando por Londres, Suiza, Singapur, Londres, Suiza y nuevamente Singapur. Y al final desapareció el rastro del dinero y con ellos también desapareció el propio Paesa. Oficialmente por un infarto. Lo hizo oficial su hermana contratando la famosa esquela en el diario El País:

Antes, y gracias a la rocambolesca operación diseñada en Laos por nuestro héroe y con la ayuda del esperpéntico Capitán Khan, el Ministerio del Interior español había podido detener y encerrar a Roldán.

Y mientras el Paesa oficialmente muerto vivía, parece ser en París, con aquel lujo discreto tan suyo, Roldán se pasó 15 años en prisión y sin la pensión que tanto le había costado reunir, peseta a peseta, comisión a comisión. Ahora bien, teniendo en cuenta a los personajes, vaya usted a saber si ha podido recuperar una parte.

Pero en el siglo XXI, un mundo lleno de fotos, cámaras e imágenes, incluso para alguien como Paesa es difícil desaparecer. En cualquier punto del mundo alguien te puede ver, sobre todo si te buscan. Y el año 2004 fue localizado. Entonces estaba trabajando en el derrocamiento de Obiang y colaborando con lo más selecto del crimen organizado de Rusia. Su habilidad le permitió desaparecer otra vez, esta vez sin esquela, hasta que ahora el director Alberto Rodríguez lo saca del nicho del olvido en la película El hombre de las mil caras y él, con este punto narcisista que siempre ha tenido, concede entrevistas y todo. ¡Paesa vuleve a estar vivo!

Pues bien, está claro que tenemos que fichar a este hombre, ¿verdad? Paesa tendría que ser una de nuestros primeras y fundamentales estructuras de Estado. Más que la Hacienda propia. Es que, a ver una cosa, no damos nada de miedo. No intimidamos. Eso de las sonrisas y de las manis mostrando inmensos huevos duros al meteosat está muuuy bien, pero no genera pánico y horror entre nuestros enemigos y por eso se nos torean. Y en relación a las personas... A ver, el president Puigdemont es el hombre tranquilo, Oriol Junqueras hace cara de feliz, el expresident Mas sin corbata parece un médico de familia que te llama en casa a ver cómo está la abuela y los fines de semana se te la lleva a la casa que tiene en el Empordà... Y así todos. En cambio, usted imagine una llamada al presidente en Rajoy diciéndole:

  • ¿Mariano? Oye, que mira lo que te comento. Que hemos fichado a Paesa para que nos haga unos trabajitos, ¿sabes? No, nada, sobre aquello del referéndum, ¿té suena? Pues que lo sepas. ¡Un abrazo, majete!

Sólo con eso ya no hay que hacer nada más. En 24 horas, referéndum y organizado por Margallo en persona y censándose en Vic para poder votar que sí.

¿Que Paesa cobra caro? Sí, pero eso lo solucionamos con una de estas maratones que nos salen tan bien. Sólo hay que anunciarlo como es debido: Este año la Marató de TV3 dedica la recaudación a contratar a Paesa. Y venga, ya lo tenemos.

Y si nos traiciona, como hizo con Roldán, ningún problema. Estamos acostumbrados. Sobre todo a practicarlo entre nosotros...