Tal día como hoy del año 1706, hace 311 años, Carlos de Habsburgo, candidato a la corona hispánica en la Guerra de Sucesión (1705-1715), juraba los Fueros valencianos y se convertía, automáticamente, en soberano del reino de València. Carlos III de Barcelona, de Aragón y de València sería el último monarca que juraría los Fueros valencianos. El año siguiente, el primer Borbón hispánico, después de una campaña militar de conquista del país a sangre y fuego, liquidaría los Fueros y el reino de València —después de casi cinco siglos de existencia— perdería sus instituciones de gobierno y su corpus legislativo y quedaría reducido a la categoría de simple provincia de Castilla.

Al estallar el conflicto sucesorio hispánico; la inmensa mayoría de pueblos, villas y ciudades del reino de València se posicionaron a favor de la candidatura Habsburgo. La deriva claramente centralista, castellanista y despótica que la administración borbónica mostró desde el primer momento (1700) inclinaron, poco a poco, los países periféricos de la monarquía hispánica hacia la candidatura Habsburgo. Además, en la País Valencià el partido austriacista tenía un componente popular muy reivindicativo que tenía cierto contenido anti-señorial. Joan Baptista Basset, el gran héroe valenciano del ejército austriacista, tendría muchos problemas con el mando Habsburgo a causa de este componente.

El ejército de Basset, con la colaboración de las élites mercantiles de la cap i casal, consiguió el dominio de la totalidad del territorio valenciano. Al inicio del conflicto desembarcaba en Dènia, derrotaba a la guarnición militar borbónica y abría el paso hacia València. La entrada de Basset en el cap i casal crearía el escenario propicio para la jura de los Fueros. Siete meses más tarde, con la derrota austriacista en Almansa (25 de abril de 1707) el país, sin militares profesionales, acabaría cayendo en manos de los borbónicos; que justificarían el derribo de la nación valenciana y la liquidación de los Fueros que lo articulaban, con el "justo derecho de conquista" que, universalmente, se aplicaba al enemigo derrotado.