La tensión entre los gobiernos de España y Bélgica por las declaraciones del primer ministro, Charles Michel, en apoyo a Catalunya, está provocando chirríos que resuenan por toda Europa. La frialdad entre los dos países, atizada por la filtración de los mails del ministerio de Exteriores español presionando al embajador de Bélgica, se ha hecho patente con la imagen de Charles Michel y Mariano Rajoy, sentados uno al lado del otro en la cumbre europea sin casi mirarse en la cara. Esta, sin embargo, no es la primera vez que las relaciones hispano-belgas viven una subida de temperatura.

Bélgica constató con perplejidad el pasado mes de mayo como el viaje oficial que tenía programado el ministro presidente de Flandes, Geert Bourgeois, a Marruecos conjuntamente con el Gobierno catalán y su presidente, Carles Puigdemont, saltaba por los aires a raíz de las presiones de la diplomacia española. Diez días antes de empezar el viaje, que tenía un carácter eminentemente económico, Marruecos anunció que ninguno de sus responsables políticos de su gobierno los recibiría, lo cual obligó a suspender todo el programa previsto.

La noticia no pasó desapercibida en el ejecutivo belga, dado que el primer ministro Michel, líder de los liberales valones, gobierna en coalición con el partido independentista flamenco, N-VA, que de hecho es la formación que consiguió más escaños en los últimos comicios, y a la cual pertenece el ministro-presidente de Flandes.

Todo sucedía pocas semanas después de que se formalizara la sustitución del embajador español en Bélgica Ignacio Jesús Matellanes, que ocupaba la delegación desde el 2012, y que fue fulminado del cargo por "absentismo" en el trabajo y por abuso de autoridad a través del "miedo, amenaza y enfrentamiento" con el personal a su cargo. La inactividad del embajador era tan clamorosa que un informe del Ministerio reveló que no sólo no hacía nada sino que había roto todos los puentes con el gobierno belga hasta el punto que ni siquiera con motivo de la recepción del 12 de octubre ningún representante del ejecutivo pisaba la embajada.

Matellanes fue expulsado de su cargo en la delegación a principios de abril del 2016, pero la nueva embajadora no fue nombrada hasta diez meses más tarde, a principios del 2017. Un retraso que tampoco pasó por alto.