Vladimir Putin ha vuelto a agitar el tablero mediático sin decir casi nada. Un simple “sí” pronunciado en público, casi de pasada, ha sido suficiente para reactivar todos los rumores sobre su vida sentimental. El presidente ruso dejó caer que está enamorado y, desde ese instante, la maquinaria de especulación se puso en marcha.

Durante años, el Kremlin ha protegido con celo absoluto la intimidad del mandatario. Sin fotos, sin apariciones oficiales en pareja y sin confirmaciones claras. Pero la historia vuelve a señalar a un nombre que nunca ha desaparecido del todo: Alina Kabaeva, gimnasta olímpica, exdiputada y una de las mujeres más famosas de Rusia. Para muchos, la relación existe desde hace años; para otros, es el secreto peor guardado del poder ruso.

La mujer que siempre estuvo en la sombra

Alina Kabaeva no es una figura cualquiera. Campeona olímpica, icono mediático y mujer con influencia política, su nombre lleva más de una década ligado al de Putin. Nunca han aparecido juntos oficialmente, pero las pistas han sido constantes: residencias blindadas, movimientos coordinados y un silencio que, lejos de apagar rumores, los ha alimentado aún más.

putin EFE (21)

Mientras tanto, el presidente ha construido una imagen pública basada en los valores tradicionales, el orden y la familia. Una narrativa que choca frontalmente con su historial sentimental, marcado por divorcios, relaciones nunca reconocidas y una vida privada mucho más agitada de lo que su discurso oficial sugiere.

Infidelidades, rumores y un pasado incómodo

Porque la realidad es que Putin nunca ha sido un ejemplo de estabilidad amorosa. Su divorcio en 2014 de Lyudmila, madre de sus hijas oficiales, llegó tras años de rumores de infidelidades. Desde entonces, su nombre ha sido vinculado a distintas mujeres, algunas de ellas completamente ajenas al foco político, otras con cargos y visibilidad pública. El pasado del mandatario, especialmente en los años noventa en San Petersburgo, ha sido objeto de investigaciones periodísticas que dibujan a un Putin muy distinto al actual: nocturno, desinhibido y poco discreto. Un contraste llamativo con el líder férreo que hoy controla Rusia con mano de hierro.

La posible relación con Kabaeva encaja, para muchos, como la pieza final del puzzle. Discreta, poderosa y perfectamente integrada en el sistema. Nada confirmado, todo sugerido. Y ahí está la clave, porque Putin no necesita mostrarlo. Le basta con dejar caer una palabra para que el mundo haga el resto. Así, entre silencios calculados y rumores persistentes, la vida sentimental del hombre más poderoso de Rusia sigue siendo un misterio.