Tamara Falcó e Íñigo Onieva no hace ni un año que son matrimonio, pero parece que hablan más de la separación que de pasar mucho tiempo juntos. Que si una crisis, una bronca, un problema familiar, una canción que te humilla... Llueve cada día, vaya. Sí, también han vuelto con fuerza los rumores de que la marquesa estaría embarazada, quizás para compensar tanto mediocridad, pero de momento somos incapaces de afirmar si se ha encargado o no un marquesín. Una criatura que ya veremos si crece con padres unidos o separados, viendo el historial familiar, pero que cuando menos tendrá el ticket dorado de entrada al mundo de la aristocracia. Lo tendrá en propiedad, como Tamara. En cambio, Onieva lo tiene de milagro. Su estancia en el universo VIP es provisional. Está, y estará, siempre a prueba.

Falcó es una clasista de primera categoría. No descubrimos nada que no se sepa, ha ido dejando muestras de su talante, actitud y pensamiento desde que la conocemos mediáticamente. El grado de este comportamiento tan poco elogiable es extremo: se aplica también a su círculo más íntimo. Y el primero de la lista es su marido. Íñigo ha sufrido la línea roja infranqueable que lo separa de su señora, especialmente de viaje. Cuando suben a un avión, ella va en primera y él en turista. Además, la señora tiene un servicio de transporte y logística VIP en el aeropuerto, mientras su otra mitad carretea maletas como un sherpa. Son pequeñas cosas, pero la lista es humillante. Y a la hija de Isabel Preysler no le preocupa nada explicarlo con aquella alegría.

Íñigo casco a Tamara GTRES
Tamara Falcó e Íñigo Onieva / GTRES

Durante la tertulia de 'El Hormiguero' con Pablo Motos y los pluralísimos y estupendísimos Nuria Roca, Juan del Val y Cristina Pardo, Falcó volvió a exhibir aquel personaje repelente y esnob que la caracteriza. Todo a raíz de la hipótesis del divorcio de un Íñigo Onieva que, por si no lo sabía, se extinguirá socialmente en caso de ruptura con la socialité. Así, de momento, ya sabe que le cerrarán el paso en un exclusivo club de Madrid, del que Falcó es miembro. "Soy socia de un club. Ahora me he casado y si Íñigo quisiera formar parte de ese club, paga una cifra", empezaba. Una cifra descabellada que no serviría de nada en caso de separación: lo echarían y sin la pasta. No hay devoluciones. Esto no es el súper.

Lo mejor de todo es escuchar la justificación de la imposición a su marido, define perfectamente al personaje: "Yo lo veo bien porque si no la gente se vuelve a casar... se reproducen como setas". Lo sabe de primera mano, ella forma parte de este micromundo fungi. "He llegado a pensar que es una norma que se hizo por mi familia". Bien, Tamara, por fin un poco de honestidad. Queda claro que Onieva será siempre de segunda. La cuestión es saber si aguantará los desprecios, cada vez más recurrentes.

Tamara Falcó e Íñigo Onieva GTRES
Tamara Falcó e Íñigo Onieva / GTRES