Samantha Vallejo-Nágera es, ante todo, una madrileña de corazón. Aunque la tranquilidad de Pedraza (Ávila) se ha convertido en su refugio familiar y el centro de operaciones de sus negocios, como su Casa Taberna, su vínculo con la capital es indisoluble. Un vínculo que se materializa y late con especial fuerza en su querido barrio de Chamberí, un lugar del que se ha declarado completamente enamorada y que representa a la perfección la mezcla de su personalidad vibrante con el arraigo a la tradición. 

Chamberí no es un barrio más de Madrid. Es uno de los distritos más emblemáticos y con más carácter de la capital, un imán históricamente para famosos de la música, la aristocracia y la política. Ubicado en el centro-norte, limita con zonas como Salamanca y mantiene una ubicación privilegiada, excelentemente conectada por metro, autobuses y cercanías. Tradicionalmente, ha sido hogar de la clase media-alta y alta, y su arquitectura, modernista y neomudéjar, deja ver la huella aristocrática en imponentes edificios señoriales de principios del siglo XX, especialmente en la zona de Almagro. 

El encanto de Chamberí 

Pero Chamberí es mucho más que elegancia señorial. Su verdadera magia reside en su alma y en su capacidad para mezclar estilos y ambientes sin esfuerzo. Es un barrio de contrastes que Samantha Vallejo-Nágera ha sabido abrazar. En él conviven la elegancia discreta de Almagro, con sus embajadas y viviendas de alto nivel, con la energía dinámica y juvenil de Trafalgar. Es famoso por su efervescente vida gastronómica, centrada en la calle Ponzano –epicentro del tapeo moderno– en Ríos Rosas, y alberga un ambiente universitario y popular en Gaztambide. Aquí, las tascas castizas comparten calle con restaurantes de vanguardia, y las familias de toda la vida pasean por sus parques junto a jóvenes profesionales y estudiantes. Es un microcosmos de Madrid que late con un comercio local y un trato cercano. 

Esta mezcla perfecta de tradición y modernidad, de sobriedad y color, es el reflejo exacto de la propia Samantha. Su impresionante vivienda en el barrio es un testimonio de ello. Reformó un piso señorial uniendo dos propiedades para crear un espacio luminoso y diáfano, con un inconfundible carácter madrileño. En su interior, logró la simbiosis perfecta: un diseño moderno y lleno de color que convive en armonía con la esencia tradicional del edificio. El corazón de la casa es, como no podía ser de otra manera, su espectacular cocina-office, diseñada para ser funcional y vistosa, con una isla central y todo el equipamiento necesario para su gran pasión. 

Un estilo de vida Boho-chic 

El estilo de la vivienda es un fiel reflejo de su esencia: una mezcla boho-chic y ecléctica donde predominan el blanco, los toques de color, los muebles recuperados, el arte contemporáneo y objetos traídos de sus viajes. Es un espacio orgánico, colorido y funcional, diseñado para una familia activa –ella, su marido Peru Aznar y sus cuatro hijos– donde todo está perfectamente conectado para facilitar la vida diaria y los negocios familiares. Samantha no solo reside en Chamberí; lo vive y lo siente. Es una vecina activa que se desplaza en bicicleta o moto para hacer recados, disfruta de sus bares emblemáticos y se pierde por sus mercados.