Rosalía cuida hasta el último detalle cuando se sube a un escenario, y eso también se refleja en lo que pide antes de actuar. Lejos de los excesos y de los caprichos imposibles que suelen asociarse a las grandes estrellas internacionales, la artista catalana opta por una lista de peticiones sencilla, práctica y muy alineada con su estilo de vida actual. Nada de lujos innecesarios: lo suyo es funcionalidad, energía y bienestar.
Según se ha conocido a través de los documentos de producción de sus conciertos, en el camerino de Rosalía no faltan la raíz de jengibre, el chocolate negro con un toque de sal, fruta fresca variada, refrescos con sales minerales y anacardos. Una combinación que dice mucho de cómo afronta cada actuación: como una atleta que prepara su cuerpo para rendir al máximo.
El jengibre es uno de los ingredientes estrella de su lista. Conocido por sus propiedades antiinflamatorias y digestivas, es habitual entre cantantes que necesitan proteger la voz y evitar molestias antes de cantar durante horas. A esto se suma la fruta fresca, una fuente rápida de energía natural, y los anacardos, ricos en grasas saludables y minerales, ideales para mantener el equilibrio físico durante largas jornadas.
El chocolate negro salado aporta ese pequeño placer que no renuncia al sabor, pero sin caer en el azúcar excesivo. Y los refrescos con sales cumplen una función clara: rehidratar y reponer electrolitos tras ensayos intensos o conciertos en los que el desgaste físico es enorme. Nada está puesto al azar.
Rosalía también es muy exigente
Estas peticiones confirman algo que quienes siguen de cerca a Rosalía ya saben: detrás de su imagen innovadora y rompedoramente estética hay una disciplina férrea. La artista lleva años hablando de la importancia del cuidado físico y mental, especialmente desde que sus giras se han convertido en auténticos espectáculos de alto voltaje, donde canta, baila y conecta con el público sin apenas descanso.
Frente a las exigencias extravagantes que históricamente han dado titulares —desde camerinos redecorados hasta alimentos traídos desde otros continentes—, Rosalía apuesta por una normalidad consciente. Su camerino no es un escaparate, sino un espacio de preparación y concentración.
Una forma de entender el éxito muy acorde con su momento vital y profesional: internacional, exigente, pero con los pies en la tierra. Incluso cuando se trata de algo tan aparentemente trivial como lo que espera encontrar antes de salir a escena.
