El supuesto gran renacer televisivo de los antiguos colaboradores de Sálvame ha terminado convirtiéndose en un sonoro fracaso que amenaza con dinamitar lo poco que queda de La Familia de la Tele en TVE. El programa, que nació con pretensiones de escándalo y carisma, apenas roza el 6% de share, arrastrando a la parrilla vespertina a datos catastróficos. El canal público, desesperado, ha tenido que mover fichas: cambios de horario, reducción de minutos al aire y silencios incómodos frente al imparable hundimiento.

Sin embargo, el drama no solo se vive en las cifras. Según fuentes cercanas a la producción, la tensión en los pasillos de Prado del Rey es insostenible. Los enfrentamientos han dejado de ser velados: el plató se ha convertido en un campo de batalla donde las risas enlatadas ya no disimulan el hartazgo. Y en el epicentro del escándalo, brilla —o más bien, arde— el nombre de Belén Esteban, acusada por sus compañeros de monopolizar el discurso, interrumpir sin medida y asfixiar cualquier intento de tertulia plural.

Belén Esteban, acusada de sabotear el programa desde dentro

Lo que comenzó como una reunión nostálgica de viejas glorias televisivas ha derivado en un enfrentamiento visceral entre dos bandos irreconciliables. Por un lado, Belén Esteban, Kiko Matamoros, Chelo García Cortés y Lydia Lozano estarían presionando para abandonar el barco antes del naufragio definitivo. Incluso circula el rumor de que ya estarían negociando una vuelta al “pisito” en Ni que fuéramos, el espacio que improvisaron en TEN tras la cancelación de Sálvame.

En la otra trinchera, María Patiño, Alba Carrillo, Silvia Taulés y Javier de Hoyos siguen apostando por la continuidad, aferrados al sofá naranja como náufragos sin salvavidas. La situación ha llegado al punto en que varios colaboradores han solicitado a la dirección que se modere el comportamiento de Belén, a quien responsabilizan de dinamitar cualquier intento de diálogo fluido.  Uno de ellos, fuera de cámaras, habría confesado que la ex de Jesulín de Ubrique no deja hablar, se adueña del plató y los ridiculiza en directo.

El misterio de los colaboradores fantasma y promesas incumplidas

Como si las peleas internas y el desplome de audiencia no fuesen suficientes, otro enigma enturbia la frágil credibilidad del programa: ¿dónde están los fichajes estrella que prometieron revitalizar la franja matinal de TVE? Rocío Carrasco fue anunciada a bombo y platillo, incluso desfiló en la polémica cabalgata inaugural —boicoteada en dos ocasiones—, pero jamás pisó el plató. La cadena guarda silencio, y las versiones más escabrosas apuntan a una ruptura abrupta con los productores antes siquiera de comenzar.

A este descalabro se suma la desaparición de Martín Bianchi, periodista de El País, quien en su momento fue un ferviente defensor del proyecto. Tras entrevistar a Kiko Matamoros con un tono casi académico, evitando cuidadosamente mencionar sus problemas fiscales y coqueteos con los excesos, Bianchi desapareció del mapa sin dejar rastro. Casualidad o no, su retirada coincidió con el inicio de las críticas más duras contra La Familia de la Tele en el propio medio para el que escribe. Por ahora, el único consenso dentro del equipo es que el futuro pinta negro. Muy negro. Mientras unos desean saltar del barco y otros se niegan a soltar el timón, la audiencia se disuelve cada tarde, y con ella, la poca esperanza que quedaba de convertir el desastre en éxito.