Patricia Llosa ha conseguido su objetivo: ha recuperado a su hombre. Mario Vargas Llosa vuelve a casa cabizbajo después de 8 años de aventura "de pichula" con Isabel Preysler. El escritor peruano ha roto de mala manera con Isabel Preysler, el festival de cuchilladas es tan pijo como desagradable. Es el mejor triunfo de la exmujer de Vargas Llosa, sin duda. Y lo está celebrando con una agenda non stop, plena de comidas, viajes, fotos de familia, peleas con la prensa e incluso actos solemnes. La pobre llega exhausta, claro. Y se duerme, literalmente, en el peor momento: a los pocos minutos de que Mario ofreciera su discurso como nuevo miembro de la Academia Francesa. Tiene gracia: toda la vida desvelada por su hombre, y cuando al final lo consigue, se duerme.
La cabezada parisina de la Llosa no fue el único momento "tierra trágame" de la excursión. También vio como el entorno del escritor, concretamente sus traductores, pecaban de bocazas y confirmaban el secreto peor guardado del mundo: que volvían a ser pareja. Los Llosa detestan a la prensa rosa, pero una buena exclusiva a cambio de unos dineritos es algo mucho goloso. Ahora, claro, ha visto cómo la cotización de la información se hunde. Ha pasado de pagarse en euros... a hacerlo en dracmas. Un drama. Pero hay más: otro del que no sabíamos su existencia y que tuvo lugar en el avión que la trasladaba a la Ciudad de la Luz. Más que drama, una incomodidad extrema y que pudo acabar muy mal.
Patricia Llosa y Tamara Falcó, juntas en el mismo avión en París
Sí, porque Patricia ha pasado a la ofensiva y reparte galletas a diestro y siniestro con su bolso... y la ayuda de su hija, Morgana. Están sembrando el pánico entre la profesión periodística. Este odio, sin embargo, no es nada comparado con lo que siente por Isabel Preysler. Sin embargo parece que no es tan valiente con su némesis, cuando menos con su hija Tamara Falcó. Una Falcó a la que Mario Vargas Llosa dejó en ridículo en el famoso cuento 'Los Vientos', mofándose de su carrera y sus conocimientos. Pues bien, Tamara y Patricia se han visto las caras. Así, de refilón, sin querer dedicarle demasiada atención la una a la otra, pero han compartido una hora y pico a bordo de un avión, encerradas. Sin poder saltar en marcha. Un escenario de riesgo, vaya.
Pánico y morbo entre el pasaje: a punto de chocar
Fue el jueves, de camino a París. No lo sabían, como leemos en LOC, pero acabaron sentadas a pocos metros de distancia. Falcó iba a una feria textil, Llosa a (todavía no era consciente) quedarse fritita en primera fila de la Academia. No quisieron cruzarse las miradas, pero eso es difícil en un habitáculo tan reducido y con el runrún del pasaje, que respiraba la tensión con palomitas en la mano. El momento más delicado, la salida del avión. Pánico y morbo total, hicieron lo imposible por ni siquiera respirar el mismo oxígeno que la otra. Afortunadamente para ellas lo consiguieron, porque el escándalo de un choque entre ambas hubiera dado la vuelta al mundo tres veces y con tirabuzón. Les fue de un pelo. Lástima.
Patricia, la supernova del mundo del colorín. Ha entrado tarde a escena, pero es un diamante en bruto.