Martín Berasategui tiene la edad de jubilación. Empezó desde muy joven en cocinas así que ya podría cobrar una pensión, pero por ahora no piensa en retirarse, ya que su ilusión es mantener viva la llama de su restaurante. El popular chef es vasco hasta la médula, y eso se nota en su fortaleza y empuje. Con su particular “garrote”. Todas sus vivencias y sus éxitos han estado marcados por el deporte. De pequeño tenía dos sueños. O ser cocinero o pelotari, finalmente se decantó por lo primero. Pero también practicó el segundo. Un deporte que le enfrentó durante su infancia a un José Mari Bakero campeón de Euskadi. “El deporte me dio principios fundamentales de mi vida y tengo mucho que agradecerle”, explica emocionado.
"Estoy con muchas ganas y por eso tengo la vida llena de proyectos, es la única manera de no perder la chispa. Cuando hablo sobre mí, me gusta hablar de mi equipo, que es el que me permite estar donde estoy. Todo empieza con los agricultores, pescadores y ganaderos", explica. "Es muy difícil que encuentres a alguien más trabajador que yo. Soy de la cultura del esfuerzo y me lo paso muy bien trabajando".
Martín Berasategui practica deporte todos los días
Berasategui evita hablar de su generación, prefiere hablar de la de antes a él y la de los más jóvenes. “Yo soy de una época en la que no habían escuelas de cocina. Ahora la tecnología lo ha cambiado todo. Los jóvenes de hoy en día son mucho mejores que yo a su edad. Yo cuando empecé tenía frescura pero los mayores tenían la sabiduría. La fuerza ahora la tienen los jóvenes", transmite.
El chef confiesa que cuando está en la ducha siempre canta el himno de la Real Sociedad, y es que no sabe vivir sin deporte. “El deporte es mi gran pasión después de la cocina”. Su expresión “¡garrote!”, usada en cocina, ha sido tan reconocida que ha sido incluida incluso en el diccionario histórico de la Real Academia Española de la lengua.
Antes de entrar en sus cocinas a controlar todo, Martín Berasategui se levanta temprano para salir a pasear entre una y dos horas, dependiente del tiempo que disponga ese día. Lo hace todos los días y forma parte de su rutina de entrenamiento.
Él cree que llegó a ser cocinero porque nunca abandonó el deporte y aplicó esa cultura a su restaurante. A su forma de trabajar y relacionarse con sus empleados.
