La imagen de Loquillo es inseparable de los escenarios. A sus 64 años, el músico barcelonés confesó en el pódcast El sentido de la birra que fue precisamente la música la que le salvó la vida en uno de sus momentos más delicados. “Después de la crisis cardíaca que tuve, la mejor manera que encontré fue seguir en el escenario”, afirmó con rotundidad.
La música como medicina
Loquillo defendió el poder sanador de su oficio: “La música cura. Se utiliza en muchas terapias y en mi caso fue la forma de medicarme bien”. El artista añadió que abandonar los escenarios sería para él sinónimo de acortar su vida: “La música tiene un poder curativo absoluto”.

No obstante, reconoció la cara amarga del éxito: “Enfrentarte a 17.000 personas y después llegar al hotel y estar solo no es fácil. El sarampión del éxito o del fracaso son iguales, efímeros, pero iguales. Hay gente que no consigue pasarlo y se queda ahí”.
El rock sigue vivo
Durante la charla, repasó la grabación de su último proyecto, en el que participaron figuras como Dani Martín, Bunbury, Andrés Calamaro, Manolo García, Miguel Ríos o Nacho Vegas. Una nómina de artistas que, según él, no tendría cabida ni en el mejor festival.

Y aunque lleva décadas escuchando que el género ha muerto, Loquillo se mostró convencido de que el rock conserva toda su fuerza. “El rock and roll es vampírico, absorbe de otros estilos y siempre hay causas por las que gritar. Cuando todo va mal, el rock and roll está ahí. Cuando todo va bien, está el pop”, sentenció.
Consciente del desgaste que conlleva vivir de la música, el artista insiste en que para él no hay alternativa: el escenario sigue siendo su refugio y su manera de seguir adelante.