Julio Iglesias acumula lujo, memoria y silencio en sus propiedades repartidas por el mundo. Son cuatro casas las que posee. Cuatro refugios. Cuatro capítulos de una vida marcada por los viajes, la fama y la necesidad de desconectar.
Su última adquisición ha devuelto al cantante a su Galicia emocional. A la tierra de su padre, Papuchi, y a los paisajes que escuchó en su infancia. Julio se compró una enorme casa en Piñor, un pequeño pueblo de Orense, donde respira tradición y calma. Más de 1.600 metros cuadrados, levantados sobre un antiguo pazo. Piscina, jardines... La finca, llamada Santa Lucía, podría incluso ampliarse si el artista adquiere las parcelas colindantes. Ya rondan los 16.000 metros cuadrados y podrían ser más.

Julio Iglesias se construye otro paraíso en Galicia
También se planea un helipuerto, como el que ya posee en Málaga. Julio quiere llegar sin miradas indiscretas. Sin apariciones públicas. En silencio. En privado. Para él, la intimidad es tan valiosa como cualquier galardón musical. Incluso la piscina fue modificada para adaptarse a sus necesidades. La anterior era demasiado profunda.
La finca gallega cuenta con un lago artificial, zonas de recreo, amplios jardines e incluso una vivienda adicional. El precio de compra no se filtró, pero la operación apunta a cifras de seis ceros, sin contar las reformas. Una inversión que no sorprende en un hombre acostumbrado a construirse espacios a medida.
El cantante no pisa la casa que tiene en Marbella
Esa compra devolvió a Julio Iglesias a España… pero no a Marbella. Allí, en Ojén, se levanta la finca Cuatro Lunas, una de las mansiones más increíbles del país. Más de 450 hectáreas, jardines legendarios, vistas al mar, estudio de grabación, varias viviendas auxiliares y un helipuerto totalmente operativo. Un lugar que lo tiene todo. Un símbolo de su vida en España. Sin embargo, el artista no la pisa. No la visita. No la utiliza. Cuatro Lunas permanece vacía, silenciosa, esperando a un dueño que vive ahora entre Galicia, Miami y el Caribe.

Mientras, su día a día transcurre al otro lado del Atlántico. Julio reside normalmente en Punta Cana, en una propiedad diseñada por él mismo. Un conjunto de bungalós ocultos entre vegetación, invisibles desde el mar y desde tierra. Un espacio construido con maderas exóticas y pensado para garantizar privacidad absoluta. Allí vive con su familia. Es su paraíso personal.
Su otra residencia clave está en Indian Creek, la isla más exclusiva de Miami. Una comunidad cerrada, con apenas una treintena de casas, protegida, inaccesible. Allí comparte vecindario con magnates, empresarios y celebridades como Ivanka Trump. Esa es su casa habitual. Su base en Estados Unidos. Su lugar más frecuente.