Una estrella internacional de la música se encuentra en una situación delicada: no puede comer sólidos, toda su ingesta diaria se basa en líquidos. De una pajita, de cucharas, de vasos. Un problema que, aunque no le impide subir a los escenarios con su banda actual, convierte su existencia en un tormento. Tiene 67 años, pero ningún diente ni encía sana. Hablamos de John Lydon, conocido mundialmente como Jonny Rotten, el famoso vocalista de los Sex Pistols.
El artista tiene dientes, pero falsos. Artificiales. Hace 15 años se los hizo todos, porque aquello que tenía dentro de la cavidad bucal no podría ser catalogado como dentadura. Eso eran como las ruinas de Pompeya, pero como si en vez del fuego del Vesubio lo que hubiera arrasado la zona fuera una piorrea gigantesca. En realidad era un signo de coherencia, porque hace honor a su nombre artístico, rotten, podrido, en inglés. Muchos excesos de todo tipo y ni un minuto para coger un tubo de dentífrico, así durante décadas. Hasta que dijo basta, porque el dolor, las infecciones y la incomodidad era máxima. Se gastó un dineral en el dentista, unas 20.000 libras. Las piezas de recambio hicieron su trabajo, pero han llegado al límite antes de tiempo. Y todo por la lección que Jonny nunca ha querido aprender: cepillarse los dientes forma parte del ABC de la higiene bucal. No importa si están hechos de hueso o de titanio. Si no los lavas, kaputt.
El diario Mirror recoge las explicaciones del mito del punk de los 70 y 80, y desde hace años vocalista de Public Image Limited, grupo con el que acaba de cerrar una gira por Alemania: "Los dientes ya no son los que eran. No me dijeron que los cepillara. Las encías han retrocedido y los dientes no tienen donde engancharse. Es por eso que aprieto los dientes cuando hablo. Y no puedo masticar ningún sólido, y tampoco debería hacerlo". Tiene guasa, pero el problema es crítico, no hay marcha atrás.Su futuro irá ligado para siempre a una batidora. Triste.
Jonny, quién se presentó sin éxito como candidato a representar a Irlanda a Eurovisión, se encuentra en un momento vital complicado. Aparte de estos problemas bucales, consecuencia de una vida basada en excesos y de ninguna prevención, el hombre está luchando contra su adicción al alcohol mientras intenta superar la muerte de su pareja, Nora, fallecida con 80 años y víctima del Alzhéimer. Si ha abandonado la bebida, también es en su honor, "si ella está por aquí y me está mirando, lo último que querría es que me vea llorando con una botella de whisky". Su situación es crítica, pero quiere seguir dando guerra.