El nombre de Belén Esteban solía ser sinónimo de audiencia asegurada. Cada aparición suya, cada lágrima en directo, cada arrebato contra Jesulín de Ubrique o María José Campanario, era oro puro para las cadenas. Pero ese tiempo parece haber quedado atrás. Hoy, Belén no lidera en audiencias ni acapara portadas. Su nuevo programa, La familia de la tele, que llegó como un intento desesperado por revivir el espíritu de Sálvame, se hunde sin remedio. Y es que, sin conflicto con los Janeiro, la maquinaria del espectáculo que la sustentó por décadas ha quedado sin combustible.

Jesulín y Campanario han optado por desaparecer de la esfera pública, blindando su vida personal y negándose a alimentar el eterno triángulo mediático. Esta estrategia de mutismo absoluto no solo ha beneficiado su tranquilidad, sino que ha asestado un golpe fatal al personaje televisivo de Belén, quien se ha quedado sin su principal fuente de contenido: el enfrentamiento. Hoy, el público ya no se escandaliza ni se emociona. Simplemente, cambia de canal.

Belén Esteban / GTRES

TVE sufre un duro revés con su apuesta: 'La familia de la tele' se desploma en audiencias

Lejos de reverdecer viejos laureles, La familia de la tele ha dejado claro que Belén Esteban ya no arrastra masas ni genera expectación. Los datos son demoledores: el programa arrancó con discretas cifras y, tras apenas una semana, se enfrenta a mínimos históricos. El pasado lunes fue especialmente desolador: su tramo de sobremesa cayó a un 7,7% de share, mientras que su bloque principal apenas alcanzó un 5,7%. Para una cadena pública como TVE, esta caída es insostenible.

Mientras que las telenovelas que rodean el contenedor televisivo logran buenos registros —Valle salvaje y La Promesa alcanzan récords históricos—, el espacio conducido por María Patiño, Inés Hernand y Aitor Albizua no consigue aprovechar ese impulso. El público, simplemente, huye en cuanto comienza el magacín. La marca “Belén Esteban” ya no funciona como garantía de éxito, y esto ha encendido todas las alarmas en los despachos de la cadena.

Belén Esteban / YouTube

Una caída sin frenos: desorganización, críticas internas y desconexión con la audiencia

A la pérdida de interés del personaje se suma un caos estructural que ha terminado de dinamitar el programa. La familia de la tele es un contenedor mal programado, con horarios impredecibles y una parrilla confusa. Las series no empiezan a la hora anunciada, los tramos del programa se solapan sin lógica, y el espectador no sabe qué esperar ni cuándo. Esta desorganización no solo perjudica la fidelidad de la audiencia, sino que genera frustración entre quienes aún intentan darle una oportunidad.

Las críticas internas no han tardado en emerger. Fuentes cercanas a la producción hablan de tensión constante, falta de dirección clara y diferencias entre presentadores. Incluso dentro de TVE se cuestiona si fue una buena idea resucitar el formato de Sálvame en un contexto donde el espectador reclama contenido fresco, dinámico y, sobre todo, auténtico.

La pregunta que flota en el ambiente es clara: ¿qué puede ofrecer Belén Esteban al espectador si ya no habla de Jesulín ni de María José Campanario? ¿Qué interés tiene su vida cuando no hay conflicto, lágrimas o escándalos? La realidad es dura, pero evidente: sin el eco de su pasado, Belén ha perdido el gancho que la hizo única. Y los intentos de reinvención, hasta ahora, han resultado fallidos.