Isabel Preysler, sinónimo de glamour, exclusividad y sofisticación internacional, ha cultivado con maestría una imagen pública impecable durante más de cinco décadas. Sin embargo, tras los lujos de mansiones europeas y portadas de revista, se esconde un secreto familiar devastador que rara vez se menciona: dos de sus hermanos cayeron en las garras de la drogadicción, arrastrando al clan Preysler a una tragedia que, hasta hoy, permanece rodeada de tabúes.
Lejos del brillo de las alfombras rojas, Carlos y Enrique Preysler vivieron existencias marcadas por el dolor, el silencio y la incomprensión. Mientras Isabel ascendía como estrella social en España, sus hermanos enfrentaban batallas oscuras contra adicciones destructivas, decisiones judiciales y muertes prematuras que el clan ha preferido mantener en un vergonzoso segundo plano.
Carlos Preysler: entre las rejas y el olvido, la cara oculta del apellido
Carlos Preysler fue, sin lugar a dudas, la oveja negra del clan. A los 16 años ya estaba enganchado a sustancias ilícitas, una adicción que lo llevaría directo a los pasillos de una cárcel en Manila, condenado por estafa. Mientras Isabel posaba junto a Julio Iglesias y otras celebridades de la jet set europea, Carlos sobrevivía en una celda, aislado del mundo y de su propia familia. La condena fue solo el principio.
Cinco años de encierro no bastaron para redimir a Carlos, cuya vida entró en una espiral sin retorno. En 2013, un cáncer de hígado terminó con su vida en apenas cinco días. No hubo oportunidad para despedidas. Ni su madre alcanzó a llegar. La imagen pública de Isabel tembló cuando, un año más tarde, decidió romper el silencio con declaraciones que destaparon, por fin, el dolor de una vida paralela a la suya. “Mi hermano murió en su casa, rodeado de los suyos, de su mujer e hijas, que le querían a pesar del daño que les había hecho. Estaba enganchado a las drogas. Hay una generación perdida en aquel país por esta cuestión. Yo por suerte me libré, porque me casé a los 20 años y me fui. Mi hermano Carlos, sin embargo, que era menor, cayó”, confesó.
Enrique Preysler: una muerte sospechosa y una versión oficial que no convence
Pero si el caso de Carlos es dramático, el de Enrique es casi cinematográfico. Apodado cariñosamente como "Ricky", falleció en un hotel de Hong Kong a los 25 años, en circunstancias que aún hoy levantan sospechas. La versión oficial habla de monóxido de carbono, una estufa defectuosa y un baño caliente. Pero los rumores apuntan a algo más siniestro: una fiesta privada, una mujer desconocida de la alta sociedad asiática y restos de heroína hallados en la habitación.
Isabel ha negado rotundamente esta posibilidad. Lo describió como un joven sano, abstemio y disciplinado. "Jamás bebió alcohol. De hecho, sus amigos le conocían como Tomato porque era esta su bebida favorita. Y, por supuesto, jamás consumió drogas", aseguró en 2014, cuando el tema volvió a salir a la luz tras una investigación no autorizada. Aun así, el silencio prolongado de la familia, la nula cobertura mediática del suceso en su momento y la insistente negación de Isabel levantan preguntas que, 40 años después, siguen sin respuestas claras.