Isabel Preysler da marcha atrás y admite su error: ahora acepta el amor entre Tamara Falcó e Íñigo Onieva. La socialité filipina ha sorprendido al entorno más íntimo de su hija con un gesto inesperado: ha pedido disculpas por haber juzgado duramente a su yerno tras el escándalo de infidelidad que casi arruina la boda del año. Atrás quedaron las miradas frías, los silencios tensos y las cenas familiares en las que Íñigo era un invitado incómodo. Ahora, Isabel ha optado por enterrar el hacha de guerra para evitar perder a su hija.
Y es que los últimos gestos públicos de la pareja han sido tan contundentes como reveladores. Tras una fastuosa fiesta de cumpleaños organizada por Tamara para Íñigo, la pareja se dejó ver en el campo, rodeada de amigos y alejada de todo ruido mediático. Risas, besos, abrazos y miradas cómplices... Una exhibición de amor que, según fuentes cercanas, tocó el corazón de Isabel.

Tamara Falcó desafía a todos: el beso que obligó a Isabel a recapacitar
El punto de inflexión llegó con una imagen. Una sola fotografía bastó para remover los cimientos de la postura inamovible de Isabel Preysler. Tamara compartió en redes sociales un beso apasionado con Íñigo, acompañado de un mensaje que rezumaba felicidad. La imagen se viralizó en cuestión de minutos y, al parecer, hizo reflexionar profundamente a Isabel. Esa publicación no solo era una declaración de amor, sino una advertencia silenciosa: si su madre no aceptaba su relación, ella estaría dispuesta a tomar distancia.
Tamara Falcó no está dispuesta a repetir viejos patrones, y mucho menos a permitir que las críticas internas desgasten su matrimonio. A pesar de los rumores constantes sobre crisis, la marquesa de Griñón ha dejado claro que su prioridad es la estabilidad junto a Onieva. Así, ha trazado una línea infranqueable: Íñigo es su presente, y su madre debe asumirlo si no quiere quedar relegada.

Reconciliación familiar: Isabel, Íñigo y Tamara reaparecen juntos
Las palabras de perdón no se han quedado en el aire. Hace apenas unos días, la propia Isabel Preysler dio un paso decisivo al asistir a un evento público junto a Tamara Falcó e Íñigo Onieva. Fue en la misa funeral de Alfonso de Borbón y Escasany, celebrada en la iglesia de San Jerónimo el Real, Madrid, donde se dejó ver el renovado trío familiar. Lejos de la frialdad habitual, las cámaras captaron gestos de cordialidad e incluso cierta cercanía entre Isabel y su yerno. ¿El inicio de una nueva etapa?
Para muchos, este acto simbólico marca el fin de la guerra fría entre suegra y yerno. Aunque Isabel nunca olvidará aquel episodio que puso en jaque la imagen de su hija, ha decidido mirar hacia adelante. La presión emocional que Tamara habría ejercido en privado también habría sido clave en esta decisión. Según allegados, Tamara le habría dejado claro que si ella fue capaz de perdonar, su madre también debía hacerlo.
Este gesto de paz no significa que Isabel se haya rendido del todo. Conocida por su elegancia calculada y su diplomacia social, Preysler habría decidido adoptar una postura más neutral para preservar la unidad familiar. Pero no olvida, ni confía plenamente, en el hombre que un día humilló a su hija ante toda España. Lo acepta, sí, pero desde una distancia prudente.