La madrugada del martes, 24 de junio, no fue una más en la mansión de Isabel Preysler. Una llamada urgente —corta, contundente y cargada de tensión— desató el pánico en la socialité más mediática de España. Al otro lado de la línea, Ana Boyer advertía a su madre del posible estallido de violencia en Qatar, país donde reside con su marido, el extenista Fernando Verdasco, y sus dos hijos pequeños. Las alarmas no tardaron en encenderse. El motivo: un bombardeo iraní a la base militar estadounidense de Al Udeid, ubicada a escasos kilómetros de la lujosa zona en la que vive la pareja.
El conflicto, que ha escalado tras los ataques de Estados Unidos a instalaciones nucleares iraníes, ha puesto en jaque no solo a los gobiernos, sino también a cientos de expatriados europeos. Y entre ellos, la hija menor de la reina del papel couché se ha visto envuelta en un drama familiar marcado por la incertidumbre y el temor ante el escenario bélico que se vive en la región.
Tensión en Oriente Próximo sacude al clan Preysler
Según fuentes cercanas, Isabel Preysler no dudó en convocar a sus otros hijos tras finalizar la llamada. Tamara Falcó, visiblemente afectada, habría propuesto que Ana y su familia no regresaran a Qatar “bajo ningún concepto”. A pesar de que los Verdasco-Boyer se encuentran actualmente en Ibiza, disfrutando de unas vacaciones ya planificadas, la noticia del ataque a la base estadounidense ha cambiado radicalmente el panorama.

Las imágenes de destrucción y las advertencias de nuevas represalias han generado un temor real de que Qatar se convierta en un escenario de guerra encubierta, especialmente preocupante para quienes, como Ana, tienen propiedades y compromisos profesionales en la región. La situación se ha agravado tras el reciente cierre temporal del espacio aéreo qatarí, una medida adoptada por las autoridades para proteger a residentes y viajeros ante el riesgo de ataques, la mayoría de los cuales han sido interceptados hasta el momento.
Este cierre provocó la suspensión de vuelos de compañías como Iberia, Air Europa y Vueling no solo hacia Qatar, sino también hacia otros destinos afectados por la escalada bélica, como Israel y Emiratos Árabes Unidos. En este contexto de incertidumbre, Ana Boyer, por recomendación de su madre y hermanos, ha decidido no regresar a Qatar hasta finales de agosto, coincidiendo con el inicio del curso escolar de sus hijos. La idea es evitar quedar atrapados en una escalada de tensión que podría volverse insostenible para sus pequeños.
Isabel Preysler moviliza a su círculo: planes de refugio en España para Ana Boyer y su familia
Isabel Preysler habría ofrecido su residencia en Puerta de Hierro como refugio inmediato, mientras asesores legales revisan cláusulas de contratos y residencias fiscales. El traslado no es solo una cuestión emocional, sino también estratégica: abandonar Qatar podría tener repercusiones en el negocio y la imagen pública del matrimonio, que ha cultivado una vida de lujo y exclusividad en el emirato. La fantasía de una vida perfecta en Oriente Próximo se ha derrumbado en cuestión de horas. Ahora, el retorno a España se presenta no como una elección, sino como una necesidad vital.
Este episodio no solo sacude a la familia Preysler, sino que también plantea interrogantes sobre la seguridad de otros rostros conocidos que residen en zonas de conflicto. Qatar, hasta hace poco sinónimo de lujo y modernidad, se convierte ahora en un lugar de riesgo para figuras públicas y empresarios de alto perfil.