Íñigo Onieva, marido de Tamara Falcó, ha quedado oficialmente fuera del único proyecto que sostenía su imagen pública: el restaurante Casas Salesas. Según reveló recientemente Maica Vasco en su canal de YouTube, Onieva ha vuelto a su “vida de muñeco Michelín”, una metáfora cruel pero precisa para describir su nuevo estatus: sin trabajo, sin ingresos propios y sin credibilidad profesional.
Lo más llamativo no ha sido la caída en picado en sí, sino la forma en la que el escándalo ha salido a la luz. No fue Tamara, quien en ‘El Hormiguero’ se desvive por compartir los más íntimos detalles de su vida conyugal y su lucha espiritual por un embarazo “divino", la que desveló la noticia. Ha sido Manuel Campos Guallar, nuevo propietario del restaurante, quien lo ha contado sin medias tintas: “Yo soy el único propietario de este restaurante, la próxima vez que vayan ustedes allí a comer o a cenar, que sepan ustedes que Íñigo Onieva no tiene absolutamente nada que ver con este restaurante”, aseguró Vasco, haciendo referencia a las palabras que utilizó Campos Guallar para comunicar la noticia a los clientes.
Restaurante en ruinas: la caída de un proyecto entre basura, egos y reseñas falsas
El restaurante que prometía ser el nuevo epicentro de la jet madrileña ha terminado siendo un nido de problemas. Desde su apertura, Casas Salesas acumuló más escándalos que reservas. El primero de ellos, de lo más literal: la basura. La gestión de residuos del local fue tan desastrosa que vecinos de la zona, en pleno centro de Madrid, amenazaron con denuncias debido a los malos olores y bolsas acumuladas en plena vía pública.
Pero la anécdota más ridícula —y reveladora— fue el descubrimiento de que Onieva se autoescribía reseñas positivas en Google. "Muy rico el solomillo", decía una. A la que él mismo respondía: "Gracias, le atenderemos con gusto la próxima vez”. Pero, ¿cómo se reveló que él era quien se estaba dejando autorreseñas? La verdad es que, tras agotarse sus múltiples cuentas—que llegaron a ser al menos 300—,comentó, con su cuenta oficial, Íñigo Onieva, que “la carne estaba en su punto”, y en un acto claramente manipulado, se respondió a sí mismo usando la cuenta de Casas Salesas, que aseguró: “Tenemos la mejor brasa”. Esa doble interacción fue la pista definitiva que delató su fraude.
El naufragio empresarial de Íñigo Onieva
El restaurante, que nació con capital compartido entre Onieva, el político Iván Espinosa de los Monteros y el célebre empresario José Luis López, apodado el Turronero, ha terminado en manos de un solo hombre: Manuel Campos Guallar. ¿Qué ocurrió entre bastidores? Nadie lo sabe con certeza, pero se sospecha que los socios se retiraron discretamente, dejando al yerno de Isabel Preysler solo frente al naufragio. La excesiva exposición mediática, sumada a los problemas personales de Íñigo, había generado una mala imagen y asustado a inversores y clientes, lo que motivó la decisión de alejarse de él y tomar control del negocio.
La noticia ha estallado como una bomba en las redes sociales. Mientras Tamara sigue compartiendo instantáneas cuidadosamente seleccionadas de su “vida perfecta”, el silencio sobre la caída de Íñigo resulta ensordecedor. En un mundo donde ella revela hasta cómo reza para concebir, ocultar que su marido está en paro es una omisión clamorosa. Por ahora, lo que está claro es que la imagen de empresario sofisticado ha quedado reducida a polvo entre reseñas falsas, basuras en la acera y rumores de noches intensas que acaban, literalmente, detrás de un contenedor.