La última ofensiva del estado español contra el independentismo tiene nombre ruso: operación Volhov. También tiene 10.000 soldados de ese país, la armada invencible fichada a golpe de talonario para hacer efectiva la República catalana. La capacidad inventiva de los aparatos represores es digna de mención: las neuronas se queman a la velocidad de la luz cuando se trata de intentar ensuciar la imagen de buena parte del pueblo catalán, por no hablar de su expresidente, hoy en el exilio, Carles Puigdemont, y todo aquello y aquellos que lo rodeaban. La investigación es digna de los mejores tebeos de Francisco Ibañez, y sólo echamos de menos al profesor Bacterio para redondear el disparate. Del resto, tenemos casi todos los ingredientes. Y si faltaba alguno, ahora descubrimos uno nuevo, gracias al abogado Gonzalo Boye, que alucina.

cacheo David Madí operación volhov guardia civil - Sergi Alcàzar

registro David Madí operación Volhov Guardia Civil / Sergi Alcàzar

Los informes de escuchas telefónicas a destacados indepes han sorprendido al letrado chileno, que se ha zambullido estos días en la telaraña de ocurrencias, conexiones y planes maquiavélicos descritos por el juez. Unas conversaciones intervenidas por la Guardia Civil y que, dejando de lado el fondo, le han llamado la atención por la forma: "peligrosos" secesionistas y antiespañoles que charlan y últiman sus fechorías... en castellano. El idioma del "enemigo", vaya. Quizás era una estratagema para pasar desapercibidos, vete a saber. Boye se hace cruces por otro hecho que habla de la vagancia y la mala idea de los investigadores: ni siquiera se han molestado en hacer constar que se podría tratar de traducciones a la lengua de los cristianos, y todavía menos citar la autoría. Eso sería 1) trabajar demasiado y 2) ser profesionales. Total, si el juez y la opinión pública española se lo tragarán de todos modos, ¿verdad?

Debates Republicanos Gonzalo Boye y Jose Antich - Maria Contreras Coll

Debates Republicanos Gonzalo Boye y Jose Antich / Maria Contreras Coll

La justicia española es como Broadway, pero en cutre y sobre todo, cañí.