Loles León atesora una larga trayectoria en cine y televisión. Se la conoce por ser chica Almodóvar, pero su relación con la interpretación empezó mucho antes en Barcelona. Sin embargo, cuando realmente ha saltado a la fama entre los más jóvenes ha sido al fichar por la comunidad de vecinos más alocada de la televisión. Participó en ‘Aquí no hay quien viva’ durante las dos primeras temporadas como Paloma Cuesta, y aunque se dijo que abandonó por discrepancias económicas, realmente admitió estar muy cansada del ritmo frenético de las grabaciones. A día de hoy agradece mucho esa oportunidad y ha vuelto a trabajar con los hermanos Caballero en la continuación, ‘La que se avecina’, donde lleva más de cinco años.
La vida de Loles León cambió por completo cuando nació su primer y único hijo, Bertolo. Entonces ya no solo debía mirar por ella, también por él. Aunque la crianza no fue nada fácil, debió hacer auténticos malabares para garantizarle un buen futuro. Debido al trabajo, la catalana se ha perdido muchos momentos de su hijo, como su infancia. Se podría decir que en muchos casos ha sido una madre ausente por motivos laborales a los que no podía renunciar si quería comer y darle lo mejor a su hijo.
El alto precio que Loles León pagó por su carrera de actriz tiene nombre, y ahora apellidos
“Tú has dicho que has peleado mucho por cada peldaño de tu carrera. ¿Cuál es el precio más alto que has tenido que pagar?”, le ha preguntado el organizador de eventos Piti Alonso, durante una charla emitida en ‘El Despertador’. “Dejar a mi hijo atrás”, ha contestado la actriz.
“Sin poderlo educar, sin poder estar en el día a día con él… ser una madre abnegada. Yo no podía, porque tenía que buscar un futuro para los dos”, ha continuado explicando una de las primeras Chicas Almodóvar.
Reconoce que el trabajo le quitó mucho tiempo. No podía dedicarle tiempo a su hijo como le hubiese gustado porque no le daría tiempo a trabajar. “Yo tenía que salir a la calle y no podía estar ahí pendiente en la puerta del colegio, con el bocadillo, con la merienda en la mano, ir al parque, luego nos vamos a casa, te preparo la cena…. Todo eso lo hacía, pero a matacaballo”.
“Él salía del colegio, se iba a la casa, cruzaba la calle, se iba al portal y la portera de mi casa, una bendición de mujer, le tenía el bocadillo y las 25 pesetas para un taxi que le llevaba al teatro. Allí le recogía el de la puerta, lo subía al camerino, se esperaba la función y luego ya cuando acababa me iba a casa con él, le bañaba, le preparaba la cena, hacíamos un poquito de deberes y ya le acostaba”.
Una vez que el niño se dormía, llegaba la canguro y la catalana volvía a cogerse un taxi para marcharse de nuevo al teatro, segunda función del día. Acababa agotada.
Loles León fue madre soltera, y sabe que en aquella época eso implicaba “peligro”. No fue hasta que el niño tuvo siete años cuando su padre le reconoció como hijo y le dio su apellidos, Bertoldo Gil León.
“Trabajé mucho, pedí prestado mucho dinero, mi madre me daba y todo privado. Iba a una escuela laica y todos eran niños de la misma situación que la mía. Eran chicos que se criaban con una cultura y un pensamiento más libre de lo habitual. Ser madre soltera en España en los años 70 era muy jodido. Me cerraron muchas puertas”.
