Lo que parecía una relación forzada y circunstancial terminó en un acuerdo económico millonario que rompió cualquier lazo afectivo. Esther Doña, la viuda del marqués de Griñón, se ha convertido en una de las grandes beneficiadas del legado de Carlos Falcó, y no precisamente por afecto o reconocimiento familiar, sino por una hábil maniobra legal y financiera que, hasta hace poco, permanecía en la sombra. Tras la muerte del aristócrata en plena pandemia, las tensiones entre su viuda y los hijos de matrimonios anteriores no tardaron en salir a la luz. Sin embargo, mientras los medios se centraban en Tamara Falcó, la operación más importante se llevó a cabo discretamente: la venta del usufructo de El Rincón, el emblemático palacio familiar, a cambio de varios millones de euros.

El control total de la finca: una estrategia de consolidación patrimonial y resolución familiar

La propiedad, ubicada entre Madrid y Toledo, con más de siglo y medio de historia, fue testigo de exclusivas celebraciones y vínculos reales. Sin embargo, para Tamara y Manolo Falcó, el verdadero valor de esta finca iba más allá de sus lazos históricos: era una pieza clave en su patrimonio familiar. Con una visión de consolidar el control y asegurar la estabilidad futura, no dudaron en comprar las participaciones de sus hermanos menores y, sobre todo, en eliminar la presencia de Esther Doña, garantizando así la plena posesión del bien y su gestión absoluta como verdadero patrimonio familiar. El precio pagado a Doña no ha sido confirmado, pero fuentes cercanas aseguran que la cifra se movió en torno a varios millones, lo suficiente para asegurarle un retiro de lujo. Mientras tanto, la finca se ha puesto a la venta por nada menos que siete millones de euros, en lo que parece ser el cierre definitivo de un capítulo familiar incómodo para Tamara.

Tamara Falcó rompe el silencio: “Nunca fuimos cercanas”

Aunque en su momento intentó proyectar diplomacia afirmando que “todo fue fenomenal” con la viuda, la realidad tras bambalinas ha sido otra. La hija de Isabel Preysler no ha vuelto a dirigirle la palabra a Esther Doña desde el acuerdo. Ni un mensaje, ni una llamada. Según personas del entorno de la marquesa, la relación entre ambas era prácticamente inexistente incluso en vida del marqués.

“No tenemos mayor relación pero no por nada, es que nunca la hemos tenido. Nunca hemos tenido contacto ni cuando estaba mi padre vivo”, confesó Tamara en una de sus declaraciones más frías, derribando cualquier intento de cordialidad forzada. La única conexión entre ambas fue el palacio. Una vez que se cerró el trato y los millones cambiaron de manos, el lazo se rompió de forma definitiva.

Pese a haber salido económicamente fortalecida, la viuda no ha podido escapar de su nueva realidad: exiliada socialmente del clan Falcó. Ni invitaciones, ni reconciliaciones públicas. Doña ha retomado su vida en Majadahonda, alejada del glamour aristocrático, pero con la cuenta bancaria a buen resguardo. Esther Doña intentó suavizar el relato alegando que Tamara llegó a aprobar su relación con Carlos Falcó e incluso comentó que la marquesa dijo “me encanta para ti” cuando vio su foto. Pero la boda cambió todo. Desde entonces, la distancia fue inevitable y, tras la muerte del marqués, se hizo definitiva.