Parece mentira, pero ya han pasado 25 años desde que se emitió el primer capítulo de El cor de la ciutat en TV3. El 11 de septiembre del año 2000 empezaba esta maravillosa serie que nos robó el corazón a los espectadores catalanes durante diez temporadas, que se dice pronto, la serie más longeva de las sobremesas. Después de unos años con Poble Nou, Nissaga de poder, Laberint d'ombres o Secrets de familia, el protagonismo lo asumía El cor de la ciutat i el barrio de Sant Andreu, donde nos enamoramos de personajes inolvidables. ¿Quién no recuerda, de los más de 400 que fueron desfilando, al Peris, la Cinta, Montse, Huari, Ivan, Teresa, Marta, Fede, Tomàs, el Sáhara, la Isabeleta, el abuelo Benjumea y tantos y tantos otros? ¿O este inicio mitiquísimo?:
En El món a RAC1, Jordi Basté ha estado charlando con cuatro de los intérpretes de aquella mítica serie, que nos robaron el corazón: el Ramon 'de las olivas' (Rubén Ametllé), la Remei 'de la pinza birmana' (Meritxell Ané), Narcís (Ferran Carvajal) o 'el segundo' David Peris (Alex Rengel), así como también con uno de los creadores, Lluís Arcarazo. Una conversación donde se han revelado algunos secretos de esta serie costumbrista, y donde se ha puesto encima de la mesa que se trataron temas poco tratados hasta entonces en la tele, como el de la inmigración o el sida. ¿Por qué El cor de la ciutat? porque aunque pasó a la historia por su trama en el barrio de Sant Andreu de Barcelona, y después, en el de Sants, en un inicio estaba prevista que la acción transcurriera en otro barrio: "El primer proyecto se llamaba 'Raval' y pasaba en el Raval. Después le cambiamos el nombre, porque era el centro de Barcelona, de ahí 'El cor de la ciutat'. Por cuestiones logísticas, hacerlo en el Raval era complicado. En Sant Andreu mantuvimos el nombre, porque el corazón de la ciudad no es un concepto geográfico, sino emocional: el corazón de la ciudad son las personas".

Y entre estas personas, las antes mencionadas. ¿Quién no recuerda al Ramon de las olivas y su frase donde lo mandaba todo a la mierda?: "A la mierda yo. A la mierda tú. A la mierda la Pilar, la Desi y el hijo de puta del Santi, también"!. El actor que lo interpretaba, Rubén, tiene la teoría de que "es el primero y último freakie que ha aparecido en TV3. Era un tipo muy extraño. Un pobre chaval a quien le había pasado de todo". Otro chico muy recordado, y más querido, era Narcís, "un joven con diversidad funcional. Me halagaba mucho que la gente se pensara que era un crío con discapacidades". O David Peris. Aunque Aleix Rengel no lo tuvo fácil, porque tuvo que sustituir a alguien como Quim Gutiérrez, a quien los espectadores amaban no solo por El cor de la ciutat, sino también por Poble Nou. Aleix había hecho un casting para hacer de camarero para Ventdelplà, y lo cogieron para esta reencarnación de David. Un "marrón", pero tampoco lo pasó mal, reconoce. "La presión social la noté al principio, pero después, me sentí parte del pueblo".



¿Y como olvidar a Remei? Maravillosa Meritxell Ané, que cuándo empezó la serie "la veía desde casa, acababa de tener a mi hija", y a quien después contrataron para hacer de esta "chica muy avispada, rellenita, lista, segura de ella misma, que tenía mucho éxito con los hombres. Una seductora entrañable que hablaba muy rápido, que empezó en la tienda de frutos secos, después en la peluquería, después en el mercado con Rubén, en la pensión, en un 'Todo a 100' de mis padres o siendo guionista de una serie"... y sobre todo, que fue la autora de la práctica sexual más misteriosa de la historia de Catalunya: la pinza birmana...
Basté le dice que no le explique que es, porque Tian Riba lo ha hecho antes, en el tiempo de tertulia. ¿Qué ha explicado? Que la pinza birmana consiste, según internet, en "realizar un amasamiento del pene con la vagina, mediante contracciones"... Nada más lejos de la realidad. Arcarazo y Ané niegan la mayor. ¿De dónde salió, pues, uno de los grandes misterios de Catalunya? "La pinza birmana no existe. Nos lo inventamos en una reunión, fruto de la mente perversa de alguien. Nos queríamos inventar una práctica sexual que todo el mundo en Sant Andreu supiera, pero que no existiera. Primero se llamaba la pinza alemana, pero no sonaba bien. La pinza birmana sonaba más guarro. Me hacía gracia que había gente que nos decía que lo había hecho, cuando no existía", dice el creador de la serie. ¿Qué dice Meritxell-Remei?: "Que todavía hay gente que me lo dice por la calle: me llaman la Remei de la pinza birmana, no de El cor de la ciutat'"... Maravilloso. Y ahora, para celebrar los 25 años de El cor de la ciutat, todos a celebrarlo esta noche haciendo la pinza birmana... y que cada uno haga lo que se imagine que es.