Eduardo Zaplana está en los juzgados de Valencia para declarar por el caso Erial, que investiga su presunta fortuna en el extranjero. Casi 21 millones de euros en comisiones por las ITV y los parques eólicos, y que se blanqueaban a través de cuentas internacionales para acabar retornando a España y al bolsillo, por lo visto, del exministro de Aznar y expresidente de la Generalitat valenciana. Zaplana ya había sido detenido por esta causa, incluso entró en la cárcel. Una estancia corta, porque fue liberado por motivos de salud: sufre leucemia. Sin embargo, el ministerio fiscal se oponía a la medida de gracia, aunque con la incautación de 6 millones de euros en Suiza, y que el juzgado atribuye al expolítico, acabó accediendo a su libertad. El caso, sin embargo, no quedó cerrado. Y ahora tiene que dar explicaciones ante el juez.

La declaración del de Cartagena, como era de esperar, es una retahíla de variantes del "yo no he sido", "yo no se nada", "a mí que me registren". Es decir, continúa la misma línea argumental de siempre, no ha variado nada. Si resultará convincente en esta ocasión parece muy dudoso, pero claro: después te pones a pensar en cómo funciona la Justicia en determinados casos y la probabilidad de una sorpresa (indignante) es muy elevada. Zaplana es costra pepera 100%, insigne representante de la peor etapa del partido. Y justamente por eso, hablamos de un protegido. De alguien que camina dos palmos por encima del resto. Y en la entrada de la Audiencia de Valencia ha quedado claro.

Zaplana juicio X
Zaplana en el juicio / X

La imagen de la jornada se ha producido mientras Zaplana, rodeado de una nube de cámaras, micrófonos y profesionales de la información, llegaba al control de acceso. Una señora esperaba su turno antes del expolítico imputado, tenía cita en otra sala de vistas. Eduardo, en vez de esperar, ha intentado pasar por delante. Y se ha armado un buen escándalo. La mujer le ha leído la cartilla y de qué manera, con toda la razón del mundo, indignadísima. Las imágenes son de oro, la conversación también. Hacía tiempo que alguien no reñía así a Zaplana, ni siquiera los jueces han llegado tan lejos.

Zaplana señora bronca EFE
Eduardo Zaplana reñido en el juzgado / EFE

"¡Haz la cola!", le gritaba la señora en repetidas ocasiones, haciendo aspavientos que le han valido el apelativo de heroína sin capa. No estaba dispuesta a ceder ni medio milímetro al intruso. El séquito que acompañaba a su rival no lo preocupaba. "Haz la cola, que yo he llegado temprano, haz la cola". Zaplana, con aquella sonrisa de Joker tanoréxico, no sabía exactamente dónde meterse. "A las 9 y medía tengo cita, y viene aquí este hombre con su caradura con las cámaras, no. ¡Que me hagan fotos a mí también! Haz la cola, detrás de mí". Sublime. Solo tenemos una duda: ¿eso de "caradura" lo decía por algo más? ¿Sabía quién era Zaplana? En todo caso, la historia se ha resuelto como siempre: con la Benemérita impartiendo su justicia: la señora fuera, Zaplana dentro. Metáfora de un país. Eduardo, haz la cola.