Dabiz Muñoz no siempre soñó con vivir entre fogones, ganar estrellas Michelin y crear platos imposibles. Antes de convertirse en uno de los cocineros más importantes del mundo, su vida giraba alrededor del deporte. En los años 80, él ya vivía instalado en una rutina de entrenamientos exigentes y objetivos claros. Y es ahí donde aparece un dato que sorprende incluso a quienes creen conocerlo todo sobre él.
Dabiz fue mucho más que un chico inquieto. A los 16 años, logró proclamarse subcampeón de España de judo, un hito que habla de talento, constancia y una mentalidad competitiva muy poco habitual a esa edad. “Fui subcampeón de judo de España a los 16 años”, ha recordado el chef en palabras para Mens Health.
Dabiz vivía por el éxito deportivo
De este modo, el deporte no era un complemento en su vida, sino el eje central. Dabiz Muñoz pasó años entrenando, compitiendo y aprendiendo a convivir con la presión. También jugó al fútbol durante seis años en las categorías del Atlético de Madrid, el club del que sigue siendo aficionado.

Esa etapa no fue un simple paréntesis juvenil. El judo le enseñó a caer y levantarse, a medir fuerzas y a respetar al rival. El fútbol, a trabajar en equipo y a no rendirse cuando el partido se complica. Valores que, con el tiempo, acabarían trasladándose a su forma de entender la vida en la cocina. Y es que, aunque el camino profesional cambió de dirección, la mentalidad del chef se mantuvo intacta.
De la competición al fuego creativo
La realidad es que hoy Dabiz Muñoz canaliza esa energía en otro terreno. Su cocina es intensa, física y mentalmente agotadora, muy similar a una prueba deportiva de alto nivel. Nada se improvisa y todo exige concentración absoluta. No es casualidad que, incluso ahora, el chef siga ligado al deporte como runner, llegando a completar maratones.
De este modo, su infancia y adolescencia explican mucho más de lo que parece. La obsesión por superarse, el inconformismo y la resistencia al fracaso nacieron mucho antes de DiverXO. Nacieron en un tatami, en un campo de fútbol y en una España de los 80 donde competir significaba entregarse por completo. Así pues, detrás del chef rompedor hay un exdeportista que nunca dejó de luchar. Solo cambió el uniforme. El hambre de victoria, esa, sigue intacta.