Los catalanes que van a vivir a Madrid por circunstancias personales o profesionales tienen un problema con su lengua materna, el catalán. Gracias a partidos como el PP, que hacen campaña para impedir que se pueda hablar catalán en Europa, aumentan los catalanófobos que consideran ofensivo que alguien hable catalán en su presencia. No ya que les hablen en catalán a ellos sino que alguien hable catalán delante de ellos. Eso le acaba de suceder a Carles Francino, el periodista de 67 años que vive en Madrid y trabaja hace décadas en la SER, ahora haciendo La ventana por las tardes. En Madrid viven periodistas como Jordi González, Àngels Barceló, Susanna Griso o Francino que tienen como lengua materna el catalán y por lo tanto se expresan en catalán con familiares o amigos catalanohablantes en Madrid. Da vergüenza que en pleno 2025 eso todavía acarree episodios de tensión, agresividad y casi violencia. Francino estuvo a punto de llegar a las manos con un taxista madrileño, un taxista joven para ser más precisos, que se ofendió porque en su taxi alguien habló catalán. No que se dirigiera al taxista en catalán. Le ofendió que dos pasajeros hablaran catalán entre ellos. Tuvo durante todo el trayecto una actitud agresiva, maleducada y violenta.

Así lo ha explicado Carles Francino en su sección semanal de los lunes en el nuevo matinal Aquí Catalunya de Ser-Catalunya dirigido y presentado por Marina Fernàndez desde Radio Barcelona. La nueva voz femenina de los matinales convenció a Francino que hiciera cada lunes a las 10 de la mañana una sección, un rato largo de media hora de conversación, llamada El rincón de pensar. Aporta la visión de uno de los mejores periodistas del país, admiradísimo editor y presentador del TN de TV3 hace muchos años, de un catalán en Madrid. Una sección que promete y valdrá la pena colocar en el 103.5 del dial. Francino no es independentista pero no tolera la catalanofobia. El episodio con el taxista es muy tenso. Carles Francino lo explica con pelos y señales: "Siguen existiendo cosas que yo pensaba que habían desaparecido del paisaje. Me pasó la otra noche que salí a cenar con dos compañeros catalanes aquí en Madrid. Al despedirnos uno se fue por una parte y Sebas y yo cogimos un taxi. Subimos al taxi y dijimos 'Buenas noches', Buenas noches. Mire vamos a la calle Arturo Soria pero pararemos en Ventas para dejar... 'Muy bien allá vamos'. 'Sobretodo cuando pase por el parque de bomberos...'. 'Perfecto'. Y dicho esto nos ponemos Sebas y yo a hablar en catalán. Le digo 'Oiga aquí cuando gire y tal...'. El taxista decide quedarse en silencio. Llegamos y le digo 'Pare aquí exactamente. Adiós Sebas'. Sebas le dice al taxista 'Adiós buenas noches'. Silencio del taxista. Y yo pienso Uy ya sé de qué va esto. Le digo 'Ahora vamos a Arturo Soria'. Pum. Silencio. Llegamos y le digo 'Mire déjeme allí en la farola'. Silencio. 'Le pago con tarjeta'. Silencio. Salgo del taxi y meto un portazo, un portazo de la hostia: puuuum. El taxista me dice '¿En tu tierra sois siempre así?'. Y yo le digo 'Sí, yo siempre cierro así, ¿algún problema?'. Y el taxista me dice 'He dejao de hablar porque hablabais en catalán'. Y yo le digo 'Vete a la mierda'.


'Wow' dice Marina Fernàndez, consciente de que lo que le explica Francino es muy potente. Francino se arrepiente de la reacción pero con la sensación que volvería a hacer lo mismo: "No lo tendría que haber hecho porque yo no soy así, pero me dio tanta rabia que todavía tengamos... A ver, eso no se tiene que generalizar ni mucho menos. Hay gente idiota en todas partes. Pero me dio tanta rabia que me activó una cosa, la mala hostia esta que yo no tengo pero metí un portazo que el taxista bajó, era joven, y me increpó 'Eh, ¿tú cierras así siempre? Y le contesté que sí. Me dice 'Te has cabreado porque no os he contestado porque hablabais en catalán'. Y le respondo 'Vete a la mierda'. Nos quedamos allí mirándonos y pienso ahora la liamos. No la liamos, afortunadamente porque él se marchó, pero me dio tanta rabia que me activó una cosa que pensaba que yo no tenía dentro". A punto de llegar a las manos, según confiesa Francino. Un catalán de 67 años dignísimo enfrentándose con un taxista joven y lleno de odio a Catalunya. Más Francinos.