Jordi Cruz continúa vinculado a ‘MasterChef’ tras 13 años al frente del talent culinario. Aunque fue el chef más joven en conseguir su primera estrella Michelin, se puso en el mapa cuando fichó por el concurso de cocina, antes solo era conocido por el público especializado. Y es que la cocina ha dado un importante ‘boom’ en la última década. No todos los cocineros han tenido tanta suerte, algunos han tenido que marcharse de España para solucionar sus problemas legales, como Sergi Arola.

Durante años, el nombre de Sergi Arola fue sinónimo de vanguardia, talento y éxito en la alta cocina española. Carismático, mediático y con varias estrellas Michelin avalando su trayectoria, el chef se convirtió en un rostro habitual de la televisión y en una figura reconocible incluso para quienes apenas se acercaban al mundo gastronómico. Su participación en programas como MasterChef, compartiendo plató con cocineros como Jordi Cruz, terminó de consolidar esa imagen de chef estrella al que todo parecía sonreír. Pero detrás del aplauso, la realidad era mucho menos amable.
Sergi Arola cruzó el charco ahogado por las deudas
El golpe llegó cuando menos lo esperaba. La maquinaria empresarial que sostenía sus restaurantes empezó a resquebrajarse y las deudas se acumularon. Hacienda y la Seguridad Social pusieron el foco en sus negocios y comenzaron las intervenciones por impagos. Las cifras que trascendieron entonces hablaban de cantidades asfixiantes, cercanas al millón de euros, y dibujaron el retrato de un cocinero atrapado en una estructura imposible de mantener. La alta cocina no perdona errores: inversiones constantes, gastos elevados y beneficios ajustados convierten cualquier tropiezo en un precipicio.
Ante ese escenario, Arola optó por una salida poco habitual: marcharse. En lugar de quedarse en España intentando recomponer una situación que lo superaba, decidió cortar por lo sano y poner tierra de por medio. Su destino no fue ninguna capital europea ni el circuito habitual de chefs internacionales. Eligió Chile, un país lejano, sin el peso del pasado ni el ruido mediático que lo perseguía en casa.
A más de diez mil kilómetros, el cocinero inició una nueva etapa. Lejos de titulares incómodos y del escrutinio constante, volvió a conectar con el público, esta vez en Latinoamérica, donde recuperó su perfil televisivo como jurado en formatos de gran audiencia como MasterChef Chile, El discípulo del chef o Parrilleros Space. Allí reapareció el Arola comunicador, cercano y apasionado, el mismo que en España había quedado eclipsado por los problemas económicos.
Pero su verdadera reconciliación llegó, como no podía ser de otra forma, desde la cocina. En Santiago de Chile abrió Lola by Arola, un restaurante que apostaba por los sabores de siempre: croquetas, pulpo, pan con tomate… cocina española sin artificios, pero con identidad. Más que un negocio, fue una declaración de intenciones: volver a empezar desde lo esencial.
Hoy, Sergi Arola vive lejos de embargos, cierres y titulares incómodos. Regularizó su situación, reconstruyó su carrera y recuperó algo fundamental: la tranquilidad de dedicarse a lo que mejor sabe hacer. A veces, alejarse es la única manera de volver a encontrarse.
