Los últimos dos años han sido realmente difíciles para la princesa Charlène de Mónaco. Tras haber sido internada de urgencia en una clínica en Sudáfrica por una grave infección de nariz, oídos y garganta que casi acaba con su vida, y una posterior hospitalización en una clínica de salud mental en los Alpes Suizos, la esposa de Alberto II de Mónaco regresó al Palacio Grimaldi para retomar su agenda oficial y destronar a Carolina de Mónaco, quien se había convertido en la mano derecha del príncipe Alberto durante su ausencia. Sin embargo, pese a que ambos han posado como una familia feliz ante los medios de comunicación, lo cierto es que su matrimonio es una fachada, dado que llevan más de un año sin compartir cama.

El príncipe Alberto II y Charlène Wittstock se casaron hace poco más de una década, sin embargo, su matrimonio siempre ha estado rodeado de polémicas al ser considerado como uno de los matrimonios reales más infelices en la actualidad. Incluso, se llegó a decir que la princesa intentó huir antes de la boda, pero fue descubierta y tuvo que seguir adelante con este matrimonio porque había firmado un contrato con el Principado. Y aunque ellos siempre han negado estas acusaciones, lo cierto es que la ausencia de la ex nadadora sudafricana solo ratificó este rumor. Ahora, tras varios meses de especulaciones, una fuente cercana al Principado ha confirmado que Alberto de Mónaco y Charlène no viven juntos y solo se reúnen para cumplir con sus compromisos reales.

Charlène se muda sola a una residencia a las afueras del Palacio Grimaldi

De acuerdo con las declaraciones de la escritora Vera Dillier, amiga íntima de Alberto II, en una entrevista para la revista italiana ‘Oggi’, la pareja ha llegado a un acuerdo para seguir casados legalmente, pero sin tener que compartir la misma residencia. “Encontraron un acuerdo. Charlène vive en Roc Agel, en la finca Grimaldi en la Costa Azul. Está cerca del Principado, lo que le permite ver a sus hijos con frecuencia”, indicó.

En la conversación, la escritora confirma que el matrimonio de Alberto de Mónaco y su esposa es una tapadera, dado que nunca hubo un verdadero romance entre ellos. “En Palacio no es un secreto para nadie. Nunca existió entre ellos una relación cercana o un gran amor. En el Palacio se dice que Charlène aparecerá de vez en cuando, en algún acto público, para demostrar que todo va bien. En definitiva, tratará de mantener las apariencias”, afirmó Dillier.

Dillier también reveló que un divorcio no es una opción dentro del Principado, dado que la mayoría de las Familias Reales evitan este tipo de escándalos para mantener la estabilidad y el buen nombre de la familia. Además, esta sería una medida para que la princesa no pierda la custodia de sus dos hijos, Jacques y Gabriella, dado que, al ser los príncipes herederos del trono, la custodia de los niños le pertenece totalmente a Alberto, una cláusula que se especifica en el contrato prenupcial que firmaron antes de la boda.