La cantante canaria Raquel del Rosario irrumpió con fuerza en el mundo de la música hace unos cuantos años, cuando, capitaneando al grupo pop El sueño de Morfeo, estaba en todas las salsas con sus temas de melodías sencillas y que se enganchaban fácilmente. Dúos con nek, Álex Ubago, Maná, representando a España en el festival de Eurovisión, discos, y un single tras otro desde aquel lejano e inicial Nunca volverá.

En el terreno personal, Del Rosario saltó a las páginas rosas de las revistas por su matrimonio y posterior separación del piloto Fernando Alonso. Después de la ruptura, se casó en el 2013 con su nueva pareja, Pedro Castro. Con él han tenido dos hijos, Leo y Mael, de cinco y tres años de edad. Y ahora la misma cantante ha hablado íntimamente del trastorno que afecta a uno de ellos, el hijo mayor. En su blog (Planeta particular) se ha sincerado sobre el Trastorno del Espectro Autista (TEA) que sufre el pequeño: "Leo no dijo ni una palabra hasta casi los cuatro años. Si, ese primer 'mami' se hizo mucho de rogar", revela en un mensaje conmovedor la madre.

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@raqueldelrosario

La artista confiesa que desde que el pequeño tenía dos años, "supe que Leo era diferente, le encantaba tumbarse bocarriba largos ratos ensimismado, parecía estar viendo una película en el techo, a veces sonreía y parecía interactuar con algo". Una vez lo diagnosticaron, asegura haberse sentido aliviada porque ya podría recibir el cuidado y la ayuda necesarios, "y sobre todo, iba a relacionarse con niños que veían el mundo de una forma similar a cómo él lo hacía. Al contrario de la reacción que ellos esperaban (lágrimas, negación, enfado… ), yo sentí una sensación de alivio enorme".

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Un niño a quien define en el artículo como 'El niño hada':  "Una bruja buena me dijo una vez que Leo era un “Niño Arco Iris”, aunque él, un día agarró mi teléfono mientras le escribía un mensaje a Pedro y escribió algo que el autocorrector tradujo como “El niño hada”, para luego darle a “enviar”. Y ésta es la historia del niño hada, el niño que ha venido a enseñarnos que el lenguaje del amor no entiende de palabras ni de idiomas, que existen otras formas de ver y percibir el mundo". Un texto conmovedor. Un ejemplo de fuerza y del amor y admiración de una madre por su hijo.