A un piso compartido en Madrid llega para apuntalar su carrera como músico un nuevo inquilino, joven y de melena rubia controladamente desgreñada, todo normal hasta que le surge un viaje de trabajo a Rumanía: "Es que soy el representante español en Eurovisión", se explica ante sus atónitos compañeros.

Parece un chiste, pero la nueva realidad de Manel Navarro, según cuenta a Efe, es una mezcla de cotidianeidad y locura, como la que le llevó a su elección entre acusaciones de "tongo". "No gané de la forma que me hubiese gustado, pero nunca pensé renunciar", afirma, antes de "jurar" que no sabe nada de apaño alguno con la dirección de RTVE.


La historia, excepto quizás para sus actuales compañeros de casa, es más o menos conocida. Navarro (Sabadell, 1996) empató a puntos en una preselección con su rival más fuerte, Mirela, pero el reglamento había establecido que, en tal caso, el televoto valdría menos que la opinión del jurado, al que pertenecía el locutor de Los 40 Xavi Martínez.

"Le estoy muy agradecido, porque la suya fue la primera radio que me dio la oportunidad de sonar, pero mi relación con él es meramente profesional", insiste delante quien denunció una amistad entre los dos en que manchaba la imparcialidad del presentador radiofónico.

De la misma manera, niega las últimas acusaciones de otra de sus competidoras, LeKlein, quien afirma que a RTVE le interesaba más su candidatura por estar respaldada por una gran discográfica en la que, además, trabaja la hija de la actual directora de Contenidos. "El 90 por ciento de lo que se dice en esa entrevista es falso. La hija de Toñi Prieto no es mi jefa de producto. La he visto dos veces en mi vida", defiende.

La ceremonia acabó con denuncias de agresiones verbales y físicas y hasta un corte de mangas al público por el que Navarro terminó disculpándose. Incluso hubo una pregunta en el Congreso de los Diputados.

"La polémica ha conseguido que se hable mucho de Eurovisión, aunque no diré que haya sido algo bueno. Para mí no fue un momento muy fácil. Sentía mucha impotencia y tensión, delante de mis padres y de mis amigos, que habían viajado desde Barcelona para estar conmigo", rememora.

Las semanas pasan y las aguas empiezan a volver a su cauce. "Noto que cada vez hay menos 'hate' (odio) y más gente apoyando", señala Navarro, que vive ya embarcado en ensayos "de 9 a 9" para preparar su actuación del 13 de mayo en la gran final de Eurovisión 2017 en Kiev.