Cuando un niño se hace famoso, difícilmente se augura cómo será el tan temido momento en el que se desvanecerá esa pátina de inocencia que lo recubre y lo hace ser estrella. No hay niños eternos más allá de la fábula de Peter Pan. Para desgracia de esos padres que en más de una ocasión hayan deseado parar el tiempo para evitar ver de cerca como sus pequeños se hacen adultos, no se puede luchar contra el paso de los años. También para desgracia de los fans de la celebridad infante en cuestión, que se ven forzados a aceptar los cambios intrínsecos al proceso de hacerse mayor.

En ningún caso queda este avance imparable limitado al físico. La mente también cambia. Maduramos y nos curtimos de las experiencias y los entornos. Tanto como para terminar formando nuestra propia percepción. Nuestra mirada hacia el mundo e, inexorablemente, nuestra ideología. Imagínense cuan duro es ver cómo una de esas menudas estrellas, que diría Bertín Osborne en el programa homónimo, acaba en las antípodas del parecer de gran parte de su legión de seguidores. Eso, señoras y señores, vendría a ser lo que le ha pasado a una de las cantantes más prometedoras del inicio de los 2000. La conocimos con 9 años y popularizó aquello de Antes muerta que sencilla. Nada más y nada menos que la ayamontina María Isabel.

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María Isabel a Eurojunior. / RTVE

Ahora tiene 28. Probó suerte publicando algunos discos más, intentó representar a España en Eurovisión 2016 e incluso fue concursante de la octava temporada de Tu cara me suena. Sin embargo, nada pudo superar al éxito abrumador de sus primeros —y jovencísimos— años trabajando en la industria. En el 2021 anunció que se retiraba de la música, y desde entonces está centrada en su vida familiar como madre de Daliana, la hija que tiene en común con su chico Jesús Marchena. A pesar de esto, no quita que eventualmente se deje ver actuando en salas de fiestas si la ocasión lo merece. El pasado 11 de noviembre pisó el escenario de una conocida fiesta que no discrimina en identidades. El madrileño Cuenca Club, espacio seguro —que no exclusivo— para el colectivo LGTBI, en la sala La Riviera. Con todo, el cambio entre su presencia en este espacio y el contenido que decidió publicar unas horas después es, cuando menos, desconcertante.

Y es que, por sorprendente que parezca para muchos, María Isabel creía conveniente posicionarse en la vorágine mediática que ha supuesto el acuerdo entre el PSOE y Junts para aprobar la ley de amnistía. Compartía, sin ahondar en nada, una imagen de la manifestación españolista ultra que aconteció en Sevilla. Con emoticono de corazón, eso sí. 

El aluvión de reacciones era inevitable. Tal fue la magnitud del asunto que la andaluza optó por publicar un vídeo dando... ¿explicaciones? Juzguen ustedes mismos porque no queda del todo claro. Eso además de un texto en el que, menos escueta y más concreta, dejaba claro que ella pretendía "expresar mi descontento con la situación política actual""Nunca jamás apoyaría a un partido que atenta contra los derechos fundamentales de las personas".

Algunos usuarios de la plataforma X dudan de su discurso y remiten a sus tuits del 2014, con perlitas del estilo "si estuviera Franco, España estaría mejor". Fuerte.

Antes muerta que fascista, dice ella. El argumento se desmonta solo. No sabemos qué pensar.