Hace 22 años su mirada inocente hizo llorar a millones de espectadores de todo el mundo. Era 'Giosuè', el niño protagonista de La vida es bella. El amor incondicional de un padre por su hijo pequeño, y la devoción de este por su padre, en medio de la barbarie de los campos de concentración nazis, haciendo todo lo posible para que el pequeño no se dé cuenta de donde está realmente. Una película que tocó la fibra y que hizo tocar el cielo de los Oscars a su autor, director y protagonista, el italiano Roberto Benigni. Y acompañándole, un pequeño niño de sólo cinco años que se llamaba Giorgio Cantarini.

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La vita è bella

Después vendría otro pequeño papel en otro filme que hizo añicos las taquillas de todo el mundo, Gladiator, interpretando al hijo de Russell Crowe.

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Gladiator

A partir de allí, su incipiente carrera en el mundo del cine fue disminuyendo. El niño creció en la localidad de Montesiascone, en el norte de Roma, hijo de un padre psiquiatra y una madre comadrona, con dos hermanas más pequeñas y rodeado de gallinas. Los focos dejaron de interesarle. Él quería ser futbolista. Aunque cuando pasaron los años y se hizo adolescente, y de la mano de un Roberto Benigni que siempre lo ha ayudado, pudo ingresar en un Centro Experimental de Cine de la capital italiana. Allí, y gracias a un ejercicio donde tenía que rodar un cortometraje, se volvió a despertar la llama y decidió volver a hacer castings. Al principio, todo el mundo veía sólo al niño de la película. Después, y picando mucha piedra, ha ido sacando la cabeza por diferentes producciones menores tanto teatrales como en televisión. Han pasado 22 años, y para Giorgio, como para todos, el tiempo pasa.

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@giorgiocantarini

 "Eres un buen chico. Duerme y sueña dulces sueños, tal vez los dos estemos soñando. Tal vez todo esto sea un sueño", le dice el padre al hijo en La vida es bella. Para Cantarini, aquel sueño de participar en una película entrañable, le durará para siempre.