En el siempre polémico mundo del fitness, un nuevo debate ha surgido tras las reveladoras declaraciones de Manu Sola, investigador y especialista en fisiología del rendimiento, durante el pódcast La hoguera. Con tono directo y sin tapujos, Sola dejó al descubierto una idea que sacude los cimientos de lo que muchos deportistas daban por sentado: el descanso no es un lujo, es el entrenamiento invisible que realmente marca la diferencia.
A lo largo de la charla, el experto insistió en que un error generalizado, tanto entre atletas de élite como en aficionados, es la creencia errónea de que el progreso se logra únicamente a través del aumento continuo del volumen de entrenamiento (la obsesión por "entrenar más"), cuando en realidad la clave está en equilibrar carga y recuperación. Así que, aunque es posible someter al cuerpo a un estrés máximo o a una alta intensidad, lo cierto es que si no se proporciona el tiempo adecuado para la supercompensación—el proceso biológico de reparación y fortalecimiento—el verdadero potencial físico nunca se alcanzará. De hecho, la adaptación (la mejora) no ocurre durante el ejercicio, sino en el descanso. “El cuerpo mejora cuando alternas estrés y recuperación”, afirmó Sola.

Estrés y descanso: el binomio secreto del rendimiento humano
Lo que Manu Sola expuso no fue una simple opinión, sino una visión científica basada en la alostasis, un concepto que describe la estabilidad a través del cambio. Según explicó en La hoguera, nuestro organismo no se mantiene estático, sino que fluctúa constantemente para anticiparse a lo que vendrá. Esa oscilación de hormonas, glucosa o presión arterial no es un fallo, sino la evidencia de una adaptación dinámica y proactiva del cuerpo.
De esta premisa se desprende el principio fundamental del entrenamiento: sin estrés no hay mejora, pero sin descanso no hay progreso. Sola lo compara con escalar una montaña: entrenar demasiado sin recuperarse es como intentar llegar al Everest esprintando desde la base. Esta falta de modulación entre el estímulo y la reparación conduce al agotamiento crónico (overtraining o burnout) y condena al deportista a estancarse o, peor aún, al abandono prematuro antes de alcanzar su potencial máximo
El mito de la recuperación rápida: lo que los atletas no quieren escuchar
Uno de los momentos más reveladores del pódcast fue cuando el investigador desmontó la obsesión moderna por los “trucos exprés” para acelerar la recuperación. Desde baños de hielo hasta suplementos milagrosos, Sola denunció que muchos de estos métodos no hacen más que reducir la señal de adaptación, limitando así los beneficios del entrenamiento. La recuperación real no ocurre cuando sumas más actividades, sino cuando “dejas de perturbar al sistema”, afirmó tajante.

El experto lo dejó claro: recuperar significa parar, relajarse, apagar el ruido. Nada de correr al fisioterapeuta, ni de obsesionarse con rutinas paralelas. Leer un libro, dar un paseo o simplemente disfrutar de una conversación con amigos puede resultar más poderoso que cualquier terapia cara y de moda.
En la sociedad actual se vende la idea de "ser productivo a toda costa”; no obstante, es común confundir actividad con progreso y quedar atrapado en un ciclo de fatiga crónica. Y aunque técnicas como la nutrición post entrenamiento o los masajes pueden ser útiles en escenarios muy concretos (ciclistas de élite que compiten a diario), para la gran mayoría de la población la solución no reside en buscar más hacks, sino un descanso auténtico: ese espacio de calma que el cuerpo necesita para transformarse.