El azúcar ha sido demonizado durante años como el gran enemigo de la salud, un veneno cotidiano que muchos consideran el causante de todos los males modernos. Sin embargo, la Dra. Diana Díaz Rizzolo ha puesto el dedo en la llaga con una revelación que ha causado revuelo en el pódcast “Mejor que Ayer”, moderado por el médico Dr. Borja Bandera. En su intervención, la especialista sentenció una frase que sacudió las redes: “No es peligroso subir la glucosa, lo peligroso es mantenerse arriba”.
La investigadora dejó claro que los famosos “picos de azúcar” no son necesariamente el principal enemigo metabólico que nos han hecho creer, sino que lo verdaderamente alarmante es cuando esos niveles elevados persisten y las células quedan expuestas a una glucemia alta durante demasiado tiempo. Para evitar que el metabolismo se convierta en una "bomba de tiempo", la experta subraya que la clave está en la crononutrición —la ciencia que analiza cómo el horario de ingesta afecta el ciclo circadiano y la salud— y en la forma en que se consumen los carbohidratos, ya que ambos factores son decisivos para mantener un equilibrio saludable.

La métrica real del riesgo metabólico
Durante la charla, la Dra. Díaz Rizzolo desmontó la idea simplista de que “el azúcar es veneno”. Según ella, la glucosa es esencial para la vida y el cerebro consume hasta un 60% de esta energía. El verdadero peligro, por lo tanto, no reside en los picos transitorios de glucosa (como el que puede generar el consumo de un plátano), sino en la persistencia de esos niveles. La doctora enfatizó que la métrica que realmente debe preocuparnos es el "área bajo la curva": es decir, el tiempo total que la glucosa permanece elevada en el torrente sanguíneo. Esta exposición prolongada, y no el pico en sí, es lo que define el riesgo metabólico.
La experta advirtió además sobre el peligro de seguir consejos extremos como las dietas cetogénicas estrictas, que en realidad no son la solución universal. “El cuerpo puede sobrevivir sin glucosa dietética, pero eso no significa que sea lo óptimo”, subrayó con firmeza. Con estas palabras, la nutricionista dejó entrever que el miedo colectivo al azúcar ha sido alimentado por mensajes alarmistas que carecen de un respaldo científico sólido.

Picos de glucosa: ¿una señal oculta de enfermedades invisibles?
Lo más alarmante llegó cuando la doctora señaló que los picos de glucosa prolongados podrían ser un aviso silencioso de problemas que la medicina aún no sabe detectar a tiempo. Desde un síndrome de ovario poliquístico hasta una resistencia a la insulina que no se ve a simple vista, mantener niveles altos de glucemia puede ser la primera pista de un trastorno subyacente. Y aquí está el verdadero golpe de realidad: no basta con ponerle crema de cacahuete al plátano ni con caminar después de comer. Lo importante es entender que muchos de estos problemas derivan del abuso de ultraprocesados, alimentos adictivos que generan “food noise”, ese ruido mental que empuja a comer incluso sin hambre.
En conclusión, la doctora no solo rompió mitos, sino que cambió el enfoque: no se trata de eliminar el azúcar, sino de vigilar cuánto tiempo permanece en la sangre. Su mensaje fue claro y directo: la obesidad, la prediabetes y otros desórdenes no se resuelven con prohibiciones extremas, sino con una alimentación de calidad y con la capacidad de escuchar las señales reales del cuerpo.