Roland Garros es uno de los torneos por excelencia del circuito profesional del tenis y uno de los más prestigiosos de la historia del deporte. La tierra batida parisina cuenta con un buen puñado de historias y anécdotas.

La edición de este año ya ha dejado un momento bien curioso (y dramático), el del desenlace del partido entre el joven croata Borna Coric y el estadounidense Steve Johnson. Ambos tenistas estaban protagonizando un duelo igualado y vibrante que ha acabado con un contraste de emociones que ninguno de los dos ha podido esconder.

Después de casi cuatro horas de partido, Johnson conseguía el punto que le daba la victoria por 6-2, 7-6, 3-6 y 7-6 y rompió a llorar de manera desconsolada sin que nadie supiera el motivo de la reacción -más allá de ganar un partido tan duro-. Resulta que el norteamericano perdió a su padre hace tres semanas y no pudo contener la emoción.

En la otra cara de la moneda, el de la derrota, tenemos a Coric, quién focalizó toda su rabia contra su raqueta, la cual destrozó violentamente ante la incrédula mirada de los espectadores, que no acababan de entender la desmesurada reacción del joven tenista.