Desde los lujosos reservados de las discotecas más exclusivas de Madrid hasta las fiestas privadas donde abunda el desenfreno, Victoria Federica de Marichalar y Borbón se ha convertido en una figura constante del lado más turbio del ocio nocturno. Aunque sus redes sociales proyectan la imagen de una it girl —siempre impecable y en compañía de celebridades—, tras ese escenario de lujo se esconde una realidad que preocupa a Palacio. Según fuentes cercanas a la Casa Real, Zarzuela ha perdido el control sobre la vida de la joven y ha instado a la infanta Elena a tomar cartas urgentes en el asunto.

Los reyes Felipe VI y Letizia han mostrado ya su incomodidad ante las constantes apariciones mediáticas de su sobrina en contextos que distan mucho del decoro institucional. Las imágenes de Victoria saliendo de locales de madrugada, con el maquillaje corrido y en evidente estado de ebriedad, han sido la gota que colmó el vaso. No es solo una cuestión de imagen pública: la seguridad de la joven también está en juego, y los servicios de la Guardia Real lo saben mejor que nadie.

Influencers, fiestas privadas y sustancias prohibidas: el cóctel que preocupa a Zarzuela

El círculo de amistades de Victoria Federica está compuesto por modelos, influencers y empresarios del entretenimiento nocturno, muchos de ellos ligados a ambientes donde circulan drogas recreativas y alcohol sin control. De jueves a domingo, su presencia en clubs como ‘Castellana 8’ está casi asegurada. Sin embargo, no se trata de una joven disfrutando de su juventud, sino de una figura pública que representa, guste o no, a la Corona Española.

Victoria Federica / Gtres
Victoria Federica / Gtres

Según testigos cercanos a estos círculos, Victoria Federica frecuenta afterparties en residencias privadas donde se implementa una estricta política de "no móviles". Sin embargo, esta medida dista de ser por intimidad: las actividades que allí se desarrollan podrían traspasar los límites de la legalidad. Una fuente que ha estado presente en estos eventos confirma la existencia de material audiovisual comprometedor —aunque aclara que la joven no necesariamente participa en dichos actos—. Ante este riesgo, la Casa Real estaría desembolsando cantidades exorbitantes para comprar silencios, un "seguro" anti-escándalos que comienza a percibirse como un lastre ético para la institución.

El ultimátum a la infanta Elena: controlar a su hija antes de que sea demasiado tarde

Ante este panorama, la infanta Elena ha recibido un claro mensaje de la institución: debe tomar el control sobre su hija antes de que Victoria Federica se convierta en un escándalo imparable. La reina Letizia ha sido tajante en las reuniones privadas de familia: no permitirá que las imprudencias de Victoria manchen la imagen de sus hijas, Leonor y Sofía, quienes se están formando bajo una férrea disciplina.

Victoria Federica y la infanta Elena  / GTRES
Victoria Federica y la infanta Elena / GTRES

Sin embargo, el dilema es complejo. La infanta Elena, a diferencia de Felipe y Cristina, no logra imponer su autoridad, y la complicidad entre Victoria y su abuela, la reina emérita Sofía, ha sido hasta ahora un refugio para la influencer, que evita enfrentamientos con su madre refugiándose en Palacio. Esta dualidad ha provocado un vacío de autoridad que la joven ha sabido aprovechar con total descaro.

Zarzuela ya no ve a Victoria Federica como una simple “royal moderna” que explora su identidad en el mundo de la moda. La ven como una bomba de relojería envuelta en excesos y contratos de patrocinio, que podría estallar en cualquier momento. La presión mediática aumenta, los rumores de escándalos se multiplican y la paciencia de los Reyes se agota.