La historia de la monarquía española no solo está escrita en despachos, discursos y recepciones oficiales. También lo está en los silencios. En los nombres que nunca se pronuncian. Y entre esos nombres aparece el de Nadiuska, la actriz que pasó de ser deseo nacional a perderse en la oscuridad de su propia mente.

En los años setenta y ochenta fue un símbolo erótico en España. Su rostro y su cuerpo llenaban revistas y pantallas de cine. Todos hablaban de ella. Todos la querían. Y entre quienes se fijaron estuvo Juan Carlos I, entonces joven, poderoso y con un historial interminable de conquistas. La relación entre ambos nunca ocupó titulares oficiales, pero fue un secreto que corría de boca en boca en Madrid.

Otra amante en la larga lista de Juan Carlos I

Para el emérito, aquel romance fue uno más. Un eslabón en la larga cadena que va de Bárbara Rey a Corinna Larsen, pasando por Marta Gayá y muchas otras. Pero para Nadiuska, aquel capítulo terminó convertido en un recuerdo confuso, mezclado con delirios y voces que solo ella escuchaba.

Nadiuska interviu
Nadiuska interviu

El brillo duró poco. Con el paso del tiempo, su salud mental se quebró. Diagnosticada con esquizofrenia, la mujer que deslumbró a toda una generación se encerró en sí misma. Abandonó las grandes casas. Dejó de ser la estrella que recorría fiestas y estrenos. Pasó a ocupar un pequeño apartamento en Chamberí, con las ventanas cubiertas por telas oscuras. Creía que la vigilaban. “Quieren deshacerse de mí”, repetía.

Los vecinos la veían salir de noche. Caminaba despacio, recogía comida en la basura y hablaba sola. A veces decía que su novio era el rey Juan Carlos. Otras, que recibía mensajes de Javier Sardà desde el programa “Crónicas Marcianas”. Sus días eran una mezcla de recuerdos reales y fantasías imposibles. La línea entre verdad y delirio desapareció.

Nadiuska
Nadiuska

Hoy en día no recuerda ni quien es

La situación fue empeorando. Los amigos se alejaron. El cine ya no la llamaba. El país que un día la había admirado, la olvidó. Al final, su destino fue un centro psiquiátrico cercano a Ciempozuelos, donde hoy vive bajo el cuidado de monjas. Testigos aseguran que apenas habla, que camina con la mirada perdida, siempre en silencio. Otros internos dicen que ya no recuerda nada de lo que fue.

Olvidó haber amado al rey. Olvidó ser portada de revistas. Olvidó que millones de personas la consideraron un mito erótico. Su mente borró lo bueno y se quedó con la nada. Ahora es una mujer frágil, aislada, sin memoria de sí misma.

Nadiuska
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