Para muchos, el rey Juan Carlos es el campechano. Pero a muchos otros el comportamiento abyecto del emérito no les provoca la más mínima gracia. Todo lo contrario. Un personaje que desde que fue puesto a dedo pasa el tiempo de corrida en corrida, en los toros o donde le pille, que su máximo estrés es escoger restaurante dónde darse un festín de homenaje y que cuando no se tiene que operar de algo, se marcha rápidamente a navegar huyendo de su familia. Pero de entre todas las costumbres reprobables del padre del rey, hay una de lamentable: cazar elefantes en Botsuana mientras estaba allí con su amigui Corinna

joan carles elefante

Aquel abril del 2012 a Juan Carlos le cayó la corona a los pies a la luz de todo el mundo ("lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir"). También la cadera, que se lesionó. La constatación más fehaciente de la vergüenza de un monarca que ha mal entendido que puede ir por la vida como si estuviera por encima del bien y del mal, disparando a elefantes indefensos por pura distracción de alguien cargado de duros que se aburre. Y ahora da fe el periodista vasco Ander Izagirre, a quiénes pueden leer en El Diario Vasco o El País, y que ha hecho numerosos reportajes sobre diferentes cuestiones y conflictos de todas partes. Un periodista que ha viajado por el mundo y que por lo tanto, ha recibido y recibirá (sí, todavía hay gente que lo utiliza, no todo tiene que ser por whatsapp) cartas, postales y paquetes, con sus correspondientes sellos. Y miren lo último que ha recibido:

Hay que tener una mala baba maravillosa para enviar un paquete a alguien que vive en España con un sello de Juan Carlos y al lado unos elefantes. Sublime. Y deliberado. Bravo por el estanquero sarcástico que los vendió o por quien escogió estas dos imágenes para llegar al 1,35 euros que costaba hacer el envío. Lo más curioso, sin embargo, es que el mismo Izagirre recibió, dos años atrás, una imagen similar con el hijo:

Como él mismo dice, "a la tercera me darán un premio, un viaje a Botsuana o algo, ¿no?". Se lo merece. Y si hace el viaje, que envíe una postal... Ya sabe qué sellos tiene que utilizar.