Las últimas 24 horas, el rey Felipe VI ha recibido dos zascas a su orgullo monárquico que no han pasado desapercibidos. El primero, después de las inundaciones en Mallorca, cuando un voluntario que recogía agua y barro le ofreció una escoba al Borbón que él rechazó.

"Le he ofrecido el escobon al Rey de España, pero me a dicho que no, ahora no podía, le dije que se la podía llevar sin ningún problema, pero no a querido", escribía el protagonista del vídeo después del desaire del rey en la isla. Este miércoles, los que le han dicho a Felipe que si yo tuviera una escoba, cuantas cosas barrería, empezando por la monarquía, han sido dos estudiantes ovetenses, galardonados con un premio de final de grado en Pedagogía y Psicología, que han rechazado ir a los premios Princesa de Asturias.

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"Consideramos que el evento de los Premios Princesa es usado todos los años para hacer un lavado de cara a una institución como la Monarquía que cada vez representa a menos personas. Nos negamos a entrar en un juego en el que se nos usaría como floreros de una institución a la que, lejos de rendirle honores, saludos o vasallaje, no debemos nada". Así de contundente era el mensaje de Diego Fernández y Juan Martínez. Dos uppercuts al mentón real. Pero los golpes en la barbilla de Felipe, y por extensión, a la monarquía, ya hace tiempo que los recibe, por mucho que se esconda en el metro mezclándose entre los ciudadanos de a pie.

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Ahora, quien escribe que "una escoba o unos diplomas sirven para un mismo cometido: decir NO al Borbón" es el diario Público. El periodista y colaborador David Bollero considera que la familia real, tradicionalmente "impermeables a las críticas de quienes vemos profundamente deshonesta su propia figura", ahora ya no tiene chubasquero que les cobije: "el Borbón ya está más que calado por la ciudadanía. Tan grande está siendo el chaparrón que le cae que su impermeabilidad ha perdido efectividad". El cronista se pregunta si después de los últimos hechos, todavía le queda un ápice de decencia al monarca para poner su cargo a disposición de la ciudadanía a través de un referéndum que le otorgue legitimidad. "De no hacerlo, ya no es sólo que siga cada vez más calado, sino que llegará una tromba que lo borre del mapa político". Un futuro borrascoso. O cómo diría George R.R.Martin, "winter is coming".