En Zarzuela reina un silencio inusual. Las cortinas cerradas. El ir y venir de asistentes es mínimo. La reina Sofía apenas pisa el exterior desde que volvió de Mallorca. No es casualidad. Su vida gira en torno a un solo motivo: Irene de Grecia.

La llaman tía Pecu. Durante años ha sido su compañera inseparable. Compartían mesa, paseos y confidencias. Hoy, casi no habla y apenas camina. En ocasiones, ni siquiera reconoce los rostros que siempre tuvo cerca. Las fuentes más cercanas hablan de Alzhéimer avanzado. La Casa Real, como siempre, calla.

Irene de Grecia y reina Sofía / Gtres

La reina Sofía vive entregada a su hermana Irene de Grecia

Este deterioro golpea de lleno a Sofía. La mantiene triste y agotada. Tanto que, por primera vez en más de cuatro décadas, estuvo dispuesta a romper la tradición de pasar parte del verano en el Palacio de Marivent. No por política. No por protocolo. Por amor y lealtad a su hermana.

Pero había un problema. En la agenda veraniega figuraba un acto imposible de eludir: la recepción oficial del 4 de agosto. Autoridades baleares, diplomáticos y medios de comunicación la esperaban. Su ausencia sería demasiado evidente.

Sofía se resistió. No quería viajar. Solo cedió ante una condición muy concreta: que su hijo, el rey Felipe VI, se lo pidiera directamente. Y así ocurrió. Felipe habló con ella. La convenció. La reina, fiel al papel institucional, tomó un vuelo a Palma.

La familia real en la recepción de Marivent, 2025 / Casa Real

Visita relámpago a Mallorca con viaje de vuelta de inmediato

Aterrizó un domingo. El lunes ya estaba en el palacio, sonriente para las cámaras. Fue cuestión de horas. Cumplir, posar y saludar. Terminado el acto, pidió volver de inmediato a Madrid. En la visita cultural en honor a Joan Miró, al día siguiente, no había rastro de la reina emérita. Sí estaban Felipe, Letizia, Leonor y la infanta Sofía. Para ella, no tenía sentido quedarse. Su lugar estaba junto a Irene.

Desde entonces, el encierro es total. Apenas recibe visitas. El círculo íntimo habla de una Sofía más hermética que nunca. Mantiene algunas llamadas con familiares y amigos, pero evita cualquier exposición pública.

En Zarzuela, los días transcurren entre cuidados, médicos y rutinas silenciosas. La reina dedica su tiempo a su hermana, sin pensar en viajes ni compromisos. Ha aparcado la vida social. Ha aparcado todo.

El verano de 2025 no será recordado por actos oficiales ni fotos en las portadas. Para Sofía, quedará marcado por el sacrificio y la entrega. Queda claro que, más allá de la realeza, lo único que importa ahora es la salud de Irene.