Lo que parecía un retiro dorado en Abu Dabi se ha convertido en una jaula de oro para Juan Carlos I, quien después de cinco años de exilio empieza a mostrar síntomas de desgaste no solo físico, sino también emocional. Las regatas de Galicia, su gran pasión, se han convertido en el último anhelo de un rey que intenta, sin éxito, recobrar algo de su viejo esplendor. Pero esta vez, su vuelta no será para compartir unos días con Pedro Campos, su eterno anfitrión en Sanxenxo, sino para establecerse, con todas las letras, en la región vecina de Portugal.
A medio camino entre la nostalgia y la necesidad médica, el padre del rey Felipe VI ha estado visitando lujosas mansiones en Estoril y Cascais, zonas que no solo rezuman clase, sino que están marcadas por un curioso simbolismo: fue precisamente en Estoril donde creció, en el exilio, tras la proclamación de la Segunda República Española.

Portugal, la nueva corte del emérito: ubicación, lujos y condiciones
Según fuentes cercanas a la Familia Real, la nueva residencia de Juan Carlos I estaría valorada en 4,5 millones de euros y ya se está adecuando para cumplir con un requerimiento tan evidente como delicado: debe ser 100% accesible para una silla de ruedas. Para ello, se están instalando rampas, ascensores y se están ajustando los espacios para que sean amplios y permitan una movilidad cómoda y segura. Aunque en sus apariciones públicas aún se esfuerza por caminar con bastón y apoyo de sus escoltas, la realidad puertas adentro es bien distinta. El emérito se desplaza exclusivamente en silla de ruedas cuando no hay cámaras alrededor, una situación que evidencia su frágil estado de salud.
El rey emérito Juan Carlos I ha sido sometido a numerosas intervenciones quirúrgicas en cadera y rodillas, acumulando alrededor de 17 operaciones a lo largo de su vida, muchas de ellas en los últimos años, con la intención de preservar su movilidad y calidad de vida. Sin embargo, pese a estos tratamientos, los resultados han sido limitados debido a una artrosis avanzada que ha dejado prácticamente inmóvil su pierna izquierda. Incluso las terapias de medicina regenerativa no han logrado revertir el deterioro causado por el desgaste acumulado tras años de lesiones, caídas y un exigente estilo de vida ligado a sus responsabilidades institucionales.

Aprobación tácita y cercanía geográfica: la mudanza calculada del rey emérito
Ahora bien, la decisión de establecerse en Portugal no es tan improvisada como parece. Felipe VI, pese a su fría relación con su padre, habría dado su aprobación tácita al plan, siempre que este se mantenga lejos del foco mediático. A su favor juega la proximidad a España: la zona elegida se encuentra a solo unas horas por carretera de Galicia y a poco más de una hora en avión desde Madrid. Un enclave perfecto para mantener el contacto con sus hijas, las infantas Elena y Cristina, sin provocar la incomodidad del Gobierno o la Casa Real.
Además, no es ningún secreto que el emérito cuenta con amigos influyentes en Portugal, muchos de ellos ligados a la nobleza y al ámbito empresarial, que ya le habrían ofrecido su apoyo logístico para la transición. A diferencia del aislamiento diplomático que sufrió en Emiratos Árabes, el ambiente luso parece mucho más propicio para un retiro tranquilo y vigilado.