Los escándalos parecen haberse instalado de forma permanente en el pequeño Principado de Mónaco. Lo que comenzó como un despido abrupto se ha convertido en una tormenta institucional sin precedentes. Claude Palmero, excontable de la familia real monegasca, ha prendido fuego al legado financiero del príncipe Alberto II con unas declaraciones ante la policía que ponen al descubierto no solo manejos turbios de dinero, sino también los detalles más incómodos de su vida privada.

En un relato que ya se conoce como el “Monacogate”, el otrora hombre de confianza del soberano —quien llevó las riendas contables de la dinastía Grimaldi durante dos décadas— ha asegurado que Alberto de Mónaco exigía que su patrimonio fuera lo más opaco posible, sin dejar rastro escrito. Una confesión que no solo compromete al príncipe, sino que podría tener graves consecuencias diplomáticas y judiciales en un momento en que la Unión Europea ya tiene al Principado bajo lupa por presunto blanqueo de capitales.

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Alberto, cuadernos secretos y un "apartamento de soltero" que nadie debía conocer

Según reveló el diario Le Monde, Palmero llevaba una suerte de “diario financiero” donde anotaba minuciosamente cada encuentro con el príncipe, así como decisiones económicas comprometedoras. Entre ellas, la gestión de un lujoso piso de soltero, registrado a nombre del contable para no levantar sospechas. También se menciona la compra de un piso en Londres, valorado en unos 8,5 millones de euros, para Nicole Coste, madre Alexandre, de uno de los hijos extramatrimoniales de Alberto, cuya existencia se mantuvo oculta durante años.

El exasesor afirma haber sido instruido para pagar los salarios del personal de Coste, todo al margen del conocimiento de la princesa Charlène. El fideicomiso creado para ocultar la operación —según Palmero— seguía a su nombre incluso tras ser despedido, lo cual desmontaría la versión del príncipe, que lo acusa de abuso de confianza y gestión fraudulenta. Los papeles filtrados también mencionan a Charlène de Mónaco, cuyo estilo de vida fue documentado con gastos que superaban los 15 millones de euros, a pesar de contar con una asignación oficial de 1,5 millones. ¿Dónde estaba la transparencia en las cuentas del Palacio?

Charlene de Mónaco
Charlene de Mónaco

Facturas falsas, caja B y espionaje interno: la versión más oscura de los Grimaldi

Pero el escándalo no se detiene en los gastos personales. La auditoría independiente encargada por el propio Alberto tras el despido de Palmero ha arrojado acusaciones aún más explosivas: facturación de servicios ficticios, desvío de fondos y creación de una caja B destinada a pagar a informantes. En los cuadernos del contable aparece incluso una lista de personas “a vigilar”, entre ellas altos cargos gubernamentales y periodistas, que según Palmero, debían ser “verificados” antes de relacionarse con el príncipe.

Las propiedades millonarias compradas a través de sociedades opacas, muchas de ellas situadas en Francia, son también parte del explosivo testimonio. El actual contable, Salim Zeghdar, sostiene que Palmero habría llegado a registrar bienes inmuebles a su propio nombre, sin el conocimiento de los verdaderos propietarios: la familia Grimaldi.

Lejos de ser un simple rifirrafe legal, el enfrentamiento entre Alberto II y Claude Palmero ha evolucionado hasta convertirse en una crisis institucional de primer orden. El príncipe, cuya imagen internacional ya ha sufrido por rumores sobre su matrimonio y la legitimidad de sus hijos, ahora ve su reinado amenazado por acusaciones de corrupción, ocultamiento patrimonial y manipulación financiera.